LAS HORMIGAS Y LA DANA
Las hormigas lo anunciaron un mes antes y no las supe entender. Nada hubiera podido hacer, pero es cierto que ellas sabían lo que se avecinaba. Cómo lo saben, qué las mueve a prepararse con tanto tiempo de antelación. Bien, los expertos en su estudio quizá puedan responder. Yo solo puedo comentar un claro ejemplo de cómo actúan cuando esperan lluvias importantes. Las hormigas son de andar muy ordenadas haciendo su labor como si fuesen un ejército, ignoro si siguen o no a un jefe, un líder que comanda, pero sin duda previenen y proveen los hormigueros de lo necesario para vivir. Pero cuando se trata de sobrevivir a una catástrofe su actuar cambia: Las he visto en el campo andar con mucha prisa acumulando comida infatigables. Hace muchos años que lo vi y dije: lloverá pronto y no poco. Así fue, se inundaron los campos y las calles en toda la comarca. Aun siendo importante, nada parecido a lo ocurrido ahora.
Vivo en un tercer y último piso que puede considerarse como un cuarto porque la planta baja tiene una gran altura. Jamás he visto una hormiga y las vi aparecer por un pequeño orificio en la junta de la bañera, era minúsculo en realidad y nunca me preocupé de sellarlo. Lo hice y no pensé más. Tengo densas mosquiteras en todas las ventanas, nunca han entrado, sin embargo lo hicieron al día siguiente cuatro o cinco y fumigué. Entonces sí me pregunté qué podía significar que las hormigas subieran tan alto. Pensé en el viento, lo hacía esos días y me dije que huían del viento. Estaba equivocada, ahora sé que huían de la DANA. Por el viento se hubieran metido en sus hormigueros, la DANA no permitía refugiarse en su lugar habitual.
Una hormiga es capaz de prevenir una catástrofe de esta magnitud y nuestros expertos también lo hacen. Pero quieren ser certeros en lo que saben que solo lo son por aproximación y tienen miedo a las críticas. Recuerdo aquel año, no sé ya la fecha, anunciaron fuertes nevadas por Pascua y los hoteleros se les echaron encima. Trataron de que la gente no saliera de viaje y pocos hicieron caso. El desastre en las carreteras atascadas por la nieve fue de órdago. Pero en esa ocasión alzaron la voz a pesar de las críticas. Ahora no sé si lo han hecho lo suficiente, incluso dar un fuerte golpe en la mesa si era necesario para que les prestasen atención. Quizá no estaban seguros, puede, pero es mejor prevenir que curar.
La Rectora de la Universidad de Valencia lo tuvo claro, prohibió las clases ante la alarma. Claro que ella es de esas tierras inundables y tiene vividas las gotas frías, por tanto, como ella misma dice, es temerosa. Pero no llovía en Valencia y se arriesgó a las críticas por proteger a los estudiantes. Si ocupas un cargo te arriesgas a que te critiquen. Pero que sea por actuar por el bien común y no por el tuyo personal o político.
Las llamadas zonas inundables de Valencia han supuesto el tablero de ajedrez. Las personas y bienes las piezas de una partida maldita y macabra que han jugado y aún juegan los políticos que nos dirigen. No es momento de polémicas ni de exigir responsabilidades, no, cierto que no. Pero ahí siguen, aun ahora, un día sí y otro también con una frase o una palabra dicha a destiempo. Mientras la gente se muere de dolor y de indignación porque los medios no son suficientes, ni siquiera ahora que los dos presidentes parecen estar por la labor. Pero la partida continúa y si el que no se atrevió a pedir SOCORRO cuando debía, lo va haciendo. El que pudo darlo desde el primer momento y no lo dio, sigue diciendo que pida, que se humille ante él, señor todopoderoso. Porque de eso se trata, en el tablero hay un jaque mate latente. Ambos se la juegan y ambos quieren ganar a costa de la gente.
El rey y la reina cumplieron con su visita, su error no fue el día, fue la compañía de los políticos. Ellos venían a escuchar a la gente, a mirar a la cara y dar su apoyo a los muy afligidos. Parte de su guardia está colaborando con el resto de cuerpos. Quizá porque desde el principio el rey se dio cuenta de la enormidad de la tragedia y decidió en lo que podía decidir. Los políticos llegaron con él, sin querer realmente dar la cara, por esconder su VERGÜENZA con la visita y no pudieron ante la indignación de un pueblo ahogado por el fango y la inoperatividad.
Las fuerzas del orden, el ejército y los cuerpos especiales en situaciones de emergencia están dando todo lo que les permiten y lo hacen dignamente, la gente lo aprecia y el pueblo sabe que si no son más cumpliendo la dura misión es por culpa de los políticos. Si nadie puede operar sin ser médico, por qué los políticos se atreven a dirigir en una situación de esta magnitud. No son expertos en catástrofes y deben hacerse a un lado y dejar que quienes saben actúen. Su función es dar los medios y la libertad para que los entendidos y especialistas cumplan con tan ardua misión.
El pueblo se ha levantado en favor del pueblo con escobas, con palas, con las manos desnudas viendo la lentitud y la falta de medios. Con un afán admirable de ayudar ante la inmensa catástrofe que tiene hundida en la desesperación a tantas personas. Pero hasta ahí, no nos equivoquemos, el pueblo no puede salvar al pueblo, solo ayudar. No tiene tampoco la experiencia ni los medios mecánicos o de personal ni posibilidad de coordinar todo lo necesario.
Vendrán las ayudas, llegarán seguramente más rápidas que en otras catástrofes, no ya por la gente, aunque quiero pensar que algo les duele, pero más porque les interesa a los políticos limpiar mínimamente su pésima actuación o empujar un poco para aprobar los presupuestos. Llegarán también por otros lados, desde el mundo empresarial y como ya lo hacen desde tantas partes, gracias a movimientos sociales. Y todo irá mejorando poco a poco y puede que incluso mejor porque se tomarán medidas que debieron años atrás tomarse y nadie sabe el porqué no lo hicieron. La responsabilidad no es solo por este momento atroz, se remonta a años atrás. Pero no es momento de preguntar quién o cuándo debió hacerse lo que no se hizo. Es momento de ponerse a trabajar por paliar lo ocurrido y por prevenir que no sea tan grave cuando vuelva a ocurrir.
Con todo lo que pueda hacerse no volverán los que se llevó el agua y el fango, esos no volverán y quedará el dolor por siempre en sus familias. Quién les compensará, nada ni nadie puede hacerlo.
Mi madre decía que nadie los ayudó en la riada del 57 ni en las barrancadas, solo los cercanos. Yo hubiera querido formar parte de tanta gente joven y menos joven que ha acudido a dar lo mejor de sí, pero hoy solo puedo escribir sintiendo dolor e indignación.
Tras la tormenta viene la calma, el sol volverá a brillar en las tierras valencianas y en todas las que ha atacado la DANA. La música sonará por toda la comunidad y las tracas estallarán por doquier. Hasta la próxima riada trataremos de vivir felices a pesar de los políticos, la gota fría que nos toca sufrir cada día.