Feliz
lo que sea para quién lo sea. Son días movidos por las
compras, los viajes de retorno al hogar, de sonidos y olores que
traen recuerdos. De colores y luces que atraen y distraen,
encandilan, fascinan allá por donde vas.
También
son días de tristeza, de dolor y llorar hacia dentro por los que
estuvieron y ya no están por más que perdure su recuerdo. Y más
dolor tienen los que no tienen ganas de ver, oír o recordar. Son
muchos, demasiados, los que más les vale no recordar para sufrir
menos las ausencias y la falta de pan sobre la mesa. Aunque parezca
imposible para todos aquellos que no se enteran de lo que ocurre en
este país: En esta España nuestra hay hambre, no es un decir, la
hay por más que algunos tengan a reventar la despensa.
Mientras
dicen que ya salimos de la crisis, para varios millones de personas
perdura y ahí seguirá tiempo siendo dura, muy dura. Para paliar eso
deciden dar una “ayuda” a los que ya nada tienen, un nuevo
subsidio o cómo quieran llamarlo, tan miserable, tan cicatero que si
pudieran rechazarlo lo rechazarían quienes van a cobrarlo. Y no lo
envidiarían quienes no podrán recibirlo. Pero cuando no tienes
dinero, ni medio de conseguirlo porque nadie te da trabajo, no puedes
permitirte tener orgullo ni dignidad. Algo que no cuesta dinero,
resulta tan caro tenerlo sin dinero que no puedes permitirte ese
lujo.
La
tan ¡espléndida ayuda! ha merecido firmas televisadas y caras
satisfechas por quienes nos gobiernan y quienes nos “defienden”
los intereses de los parados. Algo es desde luego y menos es nada.
Pero yo quisiera ver a cualquiera de los que han firmado tratando de
pasar solo un mes con esos 426 euros, alimentando a la
familia y pagando los gastos de una casa.
A
esa cantidad hay que descontar lo que pueda costar el autobús o
metro para ir a solicitar, firmar o acudir a esos supuesto cursos
formativos o entrevistas en el lugar que sea que las hagan, para ver
si te dan un empleo o no, porque claro está, a los que “cobran”
los llamarán para trabajar en algo.
Mientras
que los que no cobran, por no tener una familia que mantener,
seguirán sin tener un empleo porque tardarán más en llamarlos.
Pero qué importa que se mueran de hambre, a quién le importa que ya
ni esperanza les quede. Por supuesto el orgullo o la dignidad hace
tiempo que se lo engulleron porque era lo único que podían echarse
a la boca.
La
maldita crisis y los hijos de... la corrupción han quitado de un
guantazo el pan de la mesa y la sonrisa, que era gratis, de la boca a
varios millones de personas porque esos, esos que salen en la foto no
han tenido ni tienen el orgullo y la dignidad de luchar lo que debían
por solucionar los problemas. Ellos que sí tienen trabajo y dinero
podían permitirse el lujo de tener orgullo y dignidad, pero
lamentablemente no ha sido así. Han sido lentos, imprecisos,
irresolutos... Para qué seguir.
En
fin, es lo que hay y quien pueda que sea feliz en lo que sea.
Hoy
solo quería escribir sobre mi nueva novela Las Modistillas, pero
nada, me ha salido así y así lo dejo. No sin antes deciros que
durante cinco días estará gratis en Amazon, y por tanto, los que no
tengan subsidio (o si es el de 426) pueden leer para distraer el
hambre. Los que tienen la bolsa llena mejor que lean mi novela para
no reventar como Sangonereta. (personaje de Cañas y Barro de Blasco
Ibañez).
Sed
felices golondrineros y mantened la sonrisa que es gratis.
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