
Son hijos de dioses. Imponen por su nobleza, tanto, que no hay gusano que les agreda. Por ello fueron elegidos para construir los templos, y todo aquello que fuese necesario durase largo tiempo.
Y su misión es variada, tal cual la vida. Los hay que cuidan el reposo eterno. Majestuosos, guardianes del respeto que debemos a los que ya no están con nosotros. Y hunden su raíz para luchar contra demonios que perturban la paz de los indefensos. No acaba ahí su auxilio, a través suyo, los espíritus ascienden al universo.
Otra de sus ocupaciones es, guiar por los caminos. Basta seguirlos para llegar a buen puerto. Y siguen en su afán de proteger, erguidos junto a moradas. Pero cuidando de que, de las entrañas de la tierra no surjan malignos.
Soldados de la vida, pastores de las almas.Gironella dijo "Los Cipreses creen en Dios" Y yo añado que, también en el demonio.
Me gusta verlos porque representan la fuerza, la rectitud de miras, la sencillez de lo grande, la perseverancia en el objetivo. Y todo ello, sin alardes, sin grandes florituras que les adornen, con un discreto aroma. Propio, muy suyo, de ciprés noble.
Yo, de mayor, quiero ser Ciprés.
Feliz puente, golondrineros, sed felices. Ciao.
La foto es del blog La Toscana
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