No tengo la
suerte de ser hija de algún político corrupto ni desciendo de
familia ilustre o ilustrada. No he salido en la televisión contando
amores o desamores más o menos inventados. Tampoco me he desnudado
frente a una cámara. No sé cantar ni bailar y no me relaciono con
gente de postín o de la farándula. No soy una potentada que pueda
hacer una gran promoción de su obra por medio de una editorial de
renombre, eso también sirve aunque no te conozca nadie. Poderoso
caballero es don dinero, pero no cuento con su favor.
A pesar de
todos esos inconvenientes, me ha dado por escribir, y claro, quiero
ver mi obra en un libro y no en el gusanillo en el que hasta ahora
estaba. He publicado tres novelas, pagando yo por supuesto. Porque no
publican nada de alguien que no es nadie. Para ser “alguien”
tienes que tener algo de lo dicho al principio. No importa tanto si
la obra es buena o no, lo que realmente interesa es poder hacer una
promoción gracias a ser “alguien”. Entonces sí te publican y
además pagan a cuenta de lo que suponen van a vender. Si la obra es
mala de remate, venderán en la medida que el nombre del autor
interese y luego todos se olvidarán de ella. Suele ocurrir, pero ya
se ha vendido y la editorial se frotará las manos y el autor habrá
engordado algo sus bolsillos.
Aconsejan, a
los que como yo andamos de principiantes, que nos presentemos a los
concursos. No a todos porque los hay que requieren que sea “alguien”
para dar el premio, incluso piden que escriba para obtenerlo porque
ya han decidido que ese año le toca a fulano. Aun siendo así las
cosas, voy mandando alguna, casi es más difícil que la lotería
pero no pierdo la esperanza.
Juan Palomo,
yo me lo guiso, yo me lo como. Una vez publicadas con todos los
requerimientos legales y recibidas, hay que pasar a la segunda fase,
venderlas. Pero, siempre hay peros, sin promoción ni una escoba
vendes y menos ahora que anda la gente escasa de recursos; algunos,
otros justo lo contrario, pero esos no leen libros. Me he puesto a la
tarea de la publicidad y he hecho un cartel que colgaré, si me
dejan, en el hospital en el que trabajo. También dejaré en algún
que otro quiosco, y a esperar que se vendan para recuperar el dinero
y poder seguir editando.
El caso es
que quien lee una quiere leer otra, porque gustan aunque no sea una
buena escritora, me falta mucho por aprender. Pero, otro pero, para
que lean la segunda tienen que haber comprado y leído la primera. En
fin, una perogrullada.
Estas son
las tres novelas, tres, son tres y quizá ninguna es buena. O puede
que sí, a mí me gustan y espero que gusten a quien las pueda leer.
Leer
es una lucha silenciosa contra la dictadura de los poderes que
quieren amargarnos la vida. No lo conseguirán, seguiremos leyendo y
soñando.
¡Que
nadie anule tus sueños ni tu sonrisa!
Sed
felices, golondrineros, ciao.
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