En la mañana, cuando el
sol apunta su nariz por el horizonte, llegan cientos, quizá miles de
coches a la rotonda de los Anzuelos de Valencia. Es la confluencia
del Bulevar Sur con la salida o entrada de la ciudad por la pista de
Silla. Ríos de coches adormilados llegan hasta la rotonda en la hora
punta.
Tiene fama de caótica, y
si bien es verdad que son muchos los atascos, aunque no tantos como
dicen, no por ello tiene culpa la rotonda del caos. Nada más lejos
de la realidad.
Como usuaria a diario,
entrando por la pista de Silla y con dirección a la zona sur del
hospital La Fe, con lo cual accedo por la salida de la pista de
Silla, puedo decir que salvo cuando algún accidente altera el
tráfico, la rotonda no presenta problema si la gente respeta el
orden marcado por los semáforos.
Los listos (hombres y
mujeres) que se saltan el semáforo aprovechando la aglomeración
causan muchas veces ese caos. Pero quien se lleva la palma en
organizar auténticos problemas y alterar a los inquietos conductores
es algún miembro de la policía municipal que se ha levantando con
ganas de dirigir el mundo rodante o quizá en un exceso de celo
profesional intenta mejorar el tráfico y solo logra entorpecer
porque manda parar cuando está verde o al revés, y la mayoría de
la gente está acostumbrada a seguir las órdenes del semáforo y se
aturrulla o no lo han visto y siguen o paran.
Cuando llegas y ves
barullo sin existir accidente alguno, solo tienes que buscar con la
mirada y seguro que encuentras de inmediato la causa, un municipal
dando brazadas a diestra y siniestra. Todas las mañanas están allí,
pero en lo que toca, observando en la salida de la pista de Silla y
sin intervenir si los semáforos funcionan y no hay accidentes.
Cuando así lo hacen todo rueda con normalidad y mis respetos por su
labor de control y su eficacia si surge el accidente.
Otros causantes de caos
son los que tienen que ir hacia a la derecha y se colocan a la
izquierda o a la inversa, luego no les queda otra que cruzar
atravesando. Estos son de dos tipos, el despistado o torpe y el listo
de turno que ve posibilidad de avanzar unos metros metiéndose por
donde no debe.
Los nerviosos alteran al
resto, pitan, hacen gestos, van como empujando. Tal parece, viendo su
inquietud, que tienen que llegar al hospital para operar a corazón
abierto. Merecerían que alguien les operara y recortara un poco esos
malos humos.
En fin, la rotonda no es
culpable de nada, somos las personas las que cometemos errores o lo
que es peor, la mala educación al volante propicia acciones que
alteran la normalidad y llegan a provocar el caos.
La educación es
fundamental al conducir. No hablo de pitadas, gestos o malas
palabras. Hablo de que si vas con educación no tratas de avanzar
cuando no te toca ni por donde no debes.
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