Se le vio, caminando entre
fusiles,
por una calle larga,
salir al campo frío,
aún con estrellas de la
madrugada.
Mataron a Federico
cuando la luz asomaba.
El pelotón de verdugos
no osó mirarle la cara.
Todos cerraron los ojos;
rezaron: ¡ni Dios te
salva!
Muerto cayó Federico
Sangre en la frente y
plomo en las entrañas
...Que fue en Granada el
crimen
sabed ¡pobre Granada!, en
su Granada.
Esto escribió don
Antonio Machado como homenaje y denuncia por la muerte de Lorca.
Mucho antes, el mismo don Antonio, dejó para la historia otros
versos:
Ya hay un español que
quiere
vivir y a vivir empieza,
entre una España que
muere
y otra España que
bosteza.
Españolito que vienes
al mundo te guarde Dios.
Una de las dos Españas
ha de helarte el corazón.
Aunque lo que motivó
esos versos no es lo que los hace ahora seguir vivos, no anda lejos
el mismo sentido. Han pasado 76 años de la muerte de Federico Lorca,
y en su aniversario hemos podido sentir una vez más esa distancia
que separa a las dos Españas. La política y los políticos son la
gran carga negativa de este país. Mucho más que la crisis a la cual
nos han llevado. Incapaces de respetar lo respetable; de admirar el
arte dejando a un lado sus intereses políticos, solo nos llevan a la
mediocridad que provoca su incultura y sinrazón, ofuscada una vez más por imponerse unos a otros. Que de eso sí saben nuestros
políticos. Unos queriendo rentabilizar la muerte del poeta, por
sumarla a un homenaje a los caídos del lado de una de esas dos
Españas, que siguen empeñados en mantener dividida. Los otros,
minimizando el hecho del crimen con la excusa de que sigue viva su
obra, y restando notoriedad en los medios al aniversario.
Por suerte, el pueblo, la
gente que puebla España es más culta que nuestros políticos.
Mantenemos viva la memoria de nuestros poetas porque lo son de todos
los españoles. Somos aún conscientes del sinsabor, la amargura
enorme que provocó una guerra civil en las dos Españas. Y de la
estupidez reinante que llevó a eliminar en lo físico a
intelectuales, como si fuera posible acallar con los tiros las
palabras y con ello las ideas.
Las palabras expresan
sentimientos, pensamientos que pueden discrepar de lo establecido.
Surgen de la libertad del individuo a ser y tener sus propios
principios y valores morales.
Hoy, como ayer, andamos
faltos de principios y la moral brilla más por su ausencia que por
estar presente. Esas dos Españas tienen ahí su fuerza. No podemos
permitir que los políticos nos traicionen a todos los españoles,
ahondando la distancia. Si ellos no tienen principios, nosotros, el
pueblo de España, al que cantó Federico. Sí los tenemos y
lucharemos con la palabra, con el sentir y el pensar en una sola
España diversa y plural, para todos los españoles, sean poetas o
labradores.
Nos dejó dicho Federico,
apenas un par de meses antes de ser asesinado:
Yo soy español integral
y me sería imposible vivir fuera de mis límites geográficos; pero
odio al que es español por ser español nada más, yo soy hermano de
todos y execro al hombre que se sacrifica por una idea nacionalista,
abstracta, por el sólo hecho de que ama a su patria con una venda en
los ojos. El chino bueno está más cerca de mí que el español
malo. Canto a España y la siento hasta la médula, pero antes que
esto soy hombre del mundo y hermano de todos. Desde luego no creo en
la frontera política.
Amor de Mis Entrañas
Amor de mis entrañas, viva muerte,
en vano espero tu palabra escrita
y pienso, con la flor que se marchita,
que si vivo sin mí quiero perderte.
El aire es inmortal. La piedra inerte
ni conoce la sombra ni la evita.
corazón interior no necesita
la miel helada que la luna vierte.
Pero yo te sufrí. Rasgué mis venas,
tigre y paloma, sobre tu cintura
en duelo de mordiscos y azucenas.
Llena, pues, de palabras mi locura
o déjame vivir en mi serena
noche del alma para siempre oscura.
Amor de mis entrañas, viva muerte,
en vano espero tu palabra escrita
y pienso, con la flor que se marchita,
que si vivo sin mí quiero perderte.
El aire es inmortal. La piedra inerte
ni conoce la sombra ni la evita.
corazón interior no necesita
la miel helada que la luna vierte.
Pero yo te sufrí. Rasgué mis venas,
tigre y paloma, sobre tu cintura
en duelo de mordiscos y azucenas.
Llena, pues, de palabras mi locura
o déjame vivir en mi serena
noche del alma para siempre oscura.
Federico Garcia Lorca,
poeta de España, siempre
vivo.
Buenas noches
golondrineros, sed felices.
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