22 enero 2016

EL CABALLERO DEL MAR, novela que te cautivará

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El Caballero del Mar, título que nos puede llevar a confusión pensando en una obra histórica, en la vida y milagros de un héroe, en un hombre de otra época con modales que merecen ese título.
En este caso es solo una novela y el caballero en cuestión se nombra a sí mismo como tal por sus profundas convicciones y el respeto que siente por la mujer que considera es la destinada para él. Pero sí es un héroe y también un caballero, no de época pasada sino de la actual, que sabe esperar y confiar en lograr su objetivo por la fe que tiene y su manera de comportarse.
En el lado opuesto tenemos al que parece caballero pero que utiliza su supuesta fe en La Obra para obtener mediante favores su meta.
Ella, apasionada y enamorada, capaz de respetar la palabra dada a quien no ama, sufrirá durante tiempo sus propias decisiones. 
 
Historias o inventos, los míos o de otros, cualquier cosa es mejor que perder el tiempo viendo el espectáculo lamentable que ofrecen nuestros políticos entre los que pocos caballeros o damas tenemos.
¿Democracia? Mera falacia es lo que hay, solo es una carrera particular por el poder para algunos y cuando no es eso creen estar en posesión de la única verdad. No digo que todos, ni que unos de un lado son mejores que los otros, para nada, hay malos o muy malos en todas partes, y algunos buenos también repartidos. Pero en conjunto es deplorable que tengamos este baile de farsa propio de carnavales. El preludio fueron los catalanes y en lugar de pensar que así no se hacen las cosas, ahora los imitan al por mayor.
Me pregunto dónde queda la sensatez que logró unir muy diferentes criterios para hacer una constitución. Ahora solo cabe admirar la capacidad que tienen para la descalificación unos de otros.
Puesta a preguntar me pregunto: ¿Acaso hace falta ver las orejas al lobo para sentarse a dialogar como seres racionales? Al parecer sí, porque en aquella época, en la que aún andaban caballeros de cualquier color por este país, todos tenían un mismo afán: pasar de la dictadura a la democracia evitando el riesgo de una monarquía autoritaria o cualquier otro totalitarismo.
No se plantea ahora algo así y por tanto nada más importa. Sin embargo siguen existiendo lobos en este país y tendrían que importar tanto o más a los que nos quieren dirigir y ser motivo suficiente para el diálogo entre caballeros: El lobo del hambre, de la miseria que no solo persiste sino que está muy arraigada. Consecuencia del lobo del paro que ahí está callado, rumiando su propia desdicha. El lobo de una economía cuya rueda chirría y precisa de un buen engrase para rodar hacia adelante. El lobo de la corrupción que si bien ha recibido golpes no son suficientes. El lobo de la falta de valores comunes, menospreciado. El lobo de la falta de entendimiento en los cuatro diez o veinte temas de estado que no debieran estar expuestos a los altibajos de los cambios de gobierno… Podría seguir, cualquiera lo haría, pero para qué, no escuchan. Ese quizá es el peor de los lobos, no se escuchan unos a otros.
Visto lo visto, queridos golondrineros, solo nos queda tratar de sobrevivir a todo esto como cada cual entienda mejor: una peli, una escapada viajera, deporte, una novela sea mía o de cualquiera… lo que sea, todo menos oír a los que no son capaces de comportarse como caballeros. Cuando así lo hagan atenderemos.

Sed felices.