27 abril 2009

VICTOR HUGO

Cuando por fin se encuentran dos almas

Que durante tanto tiempo se han buscado,

una a otra entre el gentío.

Cuando advierten que son parejas,

que se comprenden y corresponden

En una palabra, que son semejantes

Surge entonces para siempre una unión,

vehemente y pura como ellas mismas

Una unión que comienza en la tierra y perdura en el cielo

Esa unión es amor, amor auténtico,

como en verdad muy pocos hombres pueden concebir

Amor que es una religión

Que deifica al ser amado cuya vida emana

del fervor y de la pasión

Y para el que los sacrificios más grandes.

son los gozos más dulces.

Esta poesía es del poeta y novelista romántico Victor Hugo. Autor de "Los Miserables" que seguro recordaréis. La he incluido en mi novela "Conversando" que acabo de terminar. Hace tres años , me metí en este mundo mágico que es el arte de novelar historias y cada vez me apasiona más. Me permite navegar, como si velero fuese, por todo un mundo. Descubro lo inimaginable, me interno en vidas pasadas, en un sinfin de ideas expresadas a lo largo del tiempo. En paisajes y ciudades. Todo aquello que preciso para documentarme me enriquece y me hace disfrutar del oficio casi tanto como el hecho de escribir e inventar. Sí, son inventos; pero pueden servir para algo más que distraerte, incluso, perdurar en el tiempo.

Sirva como ejemplo esta poesía de Victor Hugo, escrita hace más de cien años, todavía hoy sigue vigente. Estoy muy lejos de hacer algo que pueda tener un mínimo interés hoy o se recuerde durante unas horas, pero lo seguiré intentando. Porque mientras lo hago, siento, pienso, comprendo, aprendo el arte de vivir escribiendo.

Hoy mi copa de Limoncello la levanto por una compañera, especial, diferente a la mayoría. Alguien cuyo recuerdo perdurará, como la buena poesía. Por su buen hacer, por su saber estar, por su profesionalidad, por su calidad humana, por su simpatía. Por Belén Ferrer, médica pediatra, que nos ha acompañado durante una corta, muy corta temporada en el Hospital La Fe.

Buenas noches golondrineros/as. Sed felices.



17 abril 2009

FEDERICO JIMÉNEZ LOSANTOS

Hoy he visto el programa de Federico "LHDF" en la cadena Libertad Digital TV, por primera vez, he puesto un chisme de esos, que al parecer van a sernos imprescindibles para ver la televisión (TDT) y ahora tengo más cadenas, no mucho mejor, pero más cadenas. El programa ya estaba iniciado y al parecer trataban de analizar (él y unos invitados o colaboradores) el neogobierno, recién estrenado, que tenemos. No tengo suficientes datos para poder contrastar lo que han dicho, pero si es medianamente cierto, estamos listos. Yo a Federico le conozco, más que nada, por referencias. En la radio nunca le he escuchado, sí le he visto en alguna ocasión en televisión. Pero personas cercanas a mí le escuchan a diario y me decían Federico ha dicho... Federico dice... Federico tiene razón en... Y yo pensaba que era alguien del pueblo, un conocido metido a dar su opinión sobre la política y los políticos, tal era la familiaridad con la que le mentaban. Hasta que un día pregunté ¿Pero ese Federico, quién es? y entonces me enteré de que era Jiménez Losantos. Acabáramos, me pareció increíble que personas de más de setenta años y otras cuarentonas, estuviesen enganchadas a las seis o las siete de la mañana, escuchando a "Federico" y que sus opiniones las expresasen como dichas por alguien de la familia o como mínimo un vecino cercano. Increíble pero cierto.
Lo escuchado en el programa de hoy puede ser discutido o discutible. Ahora bien, a mí, lo que me ha llamado la atención especialmente es verle. Le recordaba con el pelo más largo y más oscuro. Efectivamente ha aparecido también con ese aspecto en, lo que supongo, una grabación anterior. Su rostro rebosa, paz, sí, esa es la palabra. Puede estar diciendo algo grave, pero él transmite paz con su expresión, sonríe y su faz está relajada, también los que le acompañaban lo estaban. Hablaban sin interrumpirse, con claridad meridiana en cuanto a lo expresado, no tanto, esos motes o expresiones peyorativas de alguno/a de los mencionados que me ha costado reconocer y que creo desmerecen su labor periodística. Su fina ironía a menudo mordaz, raya en un punzante sarcasmo, en contraste con la expresión de su rostro.
Sobran en la política, en políticos y críticos de la política los malos gestos, las expresiones malsonantes, y sin embargo, hoy, (viendo a
Federico "El Grande" diría yo, por la cantidad de público que le sigue) he tenido más miedo que cuando escucho a otros de esos que vociferan o exaltan en demasía. Porque Federico llega a mucha gente, su voz penetra con facilidad, se le entiende, y puede, si se lo propone (y al parecer lo hace a menudo) crispar los ánimos; ya sobradamente crispados. Se define, Federico, como liberal, cosa que nos suponemos muchos. Aunque no tengamos tanta evolución política, como al parecer ha tenido él. Dicen que tiene tantos admiradores como detractores. No soy lo uno ni lo otro. Pero viéndole hoy y escuchándole, me ha dado miedo. Porque aparenta ser feliz diseccionando, a todo aquel que le viene en gana, amparado en la libertad de expresión. Y puede hacerlo señor Jiménez Losantos, y debe hacerlo, pero tendremos que tener cuidado con Ud porque es muy fuerte sonreír firmando una sentencia de muerte. Y ese ha sido mi miedo, le he imaginado con su expresión, firmando una sentencia y mandando a alguien al paredón. Utilice su poder, que lo tiene, para influir en la gente con menos sarcasmo, con menos motes denigrantes (no los necesita) inyecte libertad con sus palabras a tanta gente que le escucha cada mañana, pero no añada más acidez de la necesaria. Le escucharán lo mismo, o quizá más, y Ud será más "Grande" si cabe. Mis saludos, Federico, intentaré ver su programa la próxima semana.
Hoy levanto mi copa de
limoncello por todos aquellos que libremente expresan su opinión, tratando de aportar algo positivo, a esta nuestra España.

08 abril 2009

LUTO POR L'AQUILA Y MARI TRINI

Y vuelvo a sentir una punzada en el alma por un dolor, que aun no siendo propio, no me es ajeno. El terremoto de L'Aquila con tantas vidas perdidas y la enorme destrucción de viviendas, me hace pensar en la fragilidad de las personas frente al poder inmenso de la naturaleza. Y qué poco meditamos sobre ello. Dicen que no pueden predecirse los terremotos, pero al parecer, sí existía algún aviso que no se quiso tener en cuenta probablemente porque el científico en cuestión no era de suficiente relevancia. Giampaolo Giuliani afirma que puede predecirse con veinticuatro horas de antelación un terremoto, suficiente para alertar a la población y evitar víctimas. Le callaron la boca, ¿por qué? vaya Ud a saber. El caso es que ha tenido razón y setenta mil afectados y más de doscientos muertos le confirman en su predicción. Berlusconi en el colmo de la ostentación de superioridad y desprecio al dolor de la gente ha rechazado la ayuda de más de treinta países. Únicamente ha aceptado la del presidente Obama, será por estar a bien con él, y mejorar su lugar en la foto junto al presidente americano más vitoreado de todos los tiempos en la vieja Europa. El caso es que mientras este señor, abusa de su poder, puede que decenas o centenares de personas perezcan bajo los escombros. Aún no se sabe cuántos hay realmente desaparecidos, es decir, enterrados vivos o muertos. Descansen en paz los muertos, aunque sea entre los escombros, pero si hay uno, uno solo, vivo, cualquier ayuda podría ser buena. No es bueno ser tan intransigente con la desgracia ajena señor Berlusconi.
Otra noticia luctuosa en el día de hoy, y siento que el día no dé nada mejor, ha sido la muerte de Mari Trini. Una de nuestras cantautoras más importantes, por lo menos de mi época. Sin recital de despida, sin grandes homenajes, pero seguro que somos muchos los que conservaremos en la memoria sus canciones.
Hoy levanto mi copa de limoncello por todos aquellos que un temblor apagó su luz y por Mari Trini, cuya luz se apagó, pero no su voz, no en mi memoria. Descansen en paz.
Baci golondrinero para todos. Buenas noches. Sopla el viento a dolor, estamos en semana santa y parece querer que lo recordemos.