23 mayo 2008

SINFONÍA DE LA AMISTAD

Hablaban y hablaban de todo, de sus cosas de las de otros de lo que pasaba, se comunicaban. Reían y no solo con la risa, sus ojos reían por cualquier cosa. Por un chiste por algo que ocurría, cada vez que veían a una que cansaba al mirarla, hasta por eso reían. Lloraban, sí también lloraban cuando el dolor las angustiaba lo compartían. Se enfadaban incluso ni se hablaban por pequeñas borrascas que rápidamente acababan. Hasta eso las unía un poco más cada día. Soñaban navegando por el mismo mar en el mismo barco. Un viento huracanado, truenos y relámpagos, la tormenta partió el barco. Cada una fue a parar a un puerto a seguir la vida, la que podían, la que el viento les permitía. Las palomas mensajeras les comunicaban, así, ¡cuanto hablaban y reían de tanto en tanto! El tanto fue cada vez más largo y el cuanto más corto. Apenas entrecruzaban palomas con los mensajes. Llegó el día en que ya ni palomas alzaban el vuelo y cruzaban el mar para comunicar un puerto con otro. El silencio, la tristeza les acompañaba. Cada una por un lado intentaba compensar el vacío llenándolo con la hojarasca que las rodeaba, que ni olor ni savia les proporcionaba. Intentaron olvidar el tiempo pasado para volver a reír, para retomar el habla que muda había quedado. Descubrieron el mundo que les rodeaba, sordo, ajeno a sus vidas. Egoísta y con miles de quejas. Con objetivos mediocres que nada les interesaban. Para salir de aquello viviendo en ello inventaron la música. Tararear cada día cada una por su lado un Allegro, una parte de sonata que les llenara. Volvieron a reír, hablaban, soñaban, lloraban, vivían aún sin vivir. Se comunicaban sin palomas que el mar cruzaran. Pervivieron en el tiempo sin recurrir al recuerdo creando cada día una parte de melodía, que el viento llevaba de un puerto a otro. Ya no importaba el espacio, la distancia no existía la sinfonía les unía.

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