01 mayo 2008

NORMA

Gracias Norma, por tu crítica de mi novela, aunque en exceso tibia en cuanto a lo negativo. Me consta tu afición por la lectura y tu inteligencia. Por ello y abusando de tu bondad me atrevo a pedirte que seas más rigurosa en tus observaciones. El escribir no es para mí un entretenimiento más. Es una necesidad. Sé que puedo contar historias, tan buenas o tan malas como miles que podemos encontrar en cualquier librería. También sé que solo escribiendo puedo llegar a escribir bien. Pero para eso tengo que ser capaz de ir corrigiendo defectos, mejorar las expresiones, aumentar el vocabulario. En ello estoy. Es difícil cuando terminas un relato darte cuenta de los fallos. Incluso si los ves no eres capaz de corregirlos, temes romper la estructura del relato. Por eso agradezco las observaciones que puedan hacerme, más las negativas que las positivas. Las negativas me son imprescindibles para avanzar en mi objetivo de llegar a escribir bien. Las positivas, no voy a engañarte, me encantan. Pero me ayudan poco en mi esfuerzo por alcanzar la magia de una buena narración. Lo que dices en una historia es importante, pero tanto o más lo es, cómo lo dices. Yo diría que el cómo supera al qué.
Te pongo un ejemplo: "Está lloviendo y te has ido" sería el qué. El cómo podría ser "El cielo está llorando porque tú no estás"
Cuando escribí los primeros párrafos de "La villa de Sofía" me detuve, lo leí y me dije "es bueno".
Estaba sorprendida de haber sido capaz de escribir aquello sin pensar siquiera. Y seguí igual de sorprendida hasta terminar. Ni respiraba, me volví loca escribiendo. No dormía casi, ni me acordaba de comer. Un día llegué a estar 18 horas seguidas, sólo me levanté dos veces de mi silla. No sentía el cansancio. Di por terminada la historia a las cuatro de una de aquellas madrugadas fascinantes. No tenía título, había terminado y no le había dado un título. Me acosté y dos horas después me levanté de un salto, encendí el ordenador y escribí el título.
Esa historia me hizo llorar y reír mientras escribía, me sentí viva. Y eso en aquellos momentos y en estos es lo que busco y, lo que encuentro, al escribir.
Al imprimirla y leerla me costaba respirar, increíble, lo había hecho yo y no me lo creía. Y no era porque fuera buena o mala, el hecho de haberla escrito me alucinaba. Pensé que era casualidad, que no sería capaz de escribir otra novela. Pero sí, soy capaz. Así que voy a seguir escribiendo por ver si algún día consigo hacer algo realmente bueno. Tengo que decirte que La villa de Sofía sorprendió y gustó a cuantos la leyeron. Pero pocos fueron los que se dieron cuenta de lo mal escrita que estaba. Por supuesto que yo no lo vi, y aún hoy me cuesta verlo. Te la mando para que me des tu opinión, deja a un lado tu amabilidad. No me conoces, por tanto puedes ser todo lo dura que quieras, a ti no te dolerá y a mí me ayudará. Aunque mucho me temo que te va a gustar.


No hay comentarios: