Hoy es ese día en el que
honramos a los muertos visitando los cementerios o incluso en algunos
países de forma festiva con comidas, desfiles incluso y representaciones de
todo tipo. Esto no es nuevo ni un invento más de la propaganda para
incitar a la gente a consumir un producto, que en nuestro entorno más
cercano son las flores y las velas. Aunque por supuesto sí hay un
gran mercado que aprovecha el acontecimiento y la gente a menudo
compite por tener un adorno mejor o mayor que el del nicho vecino.
¿Es necesario tanto? No, seguro que no pero sucede. También la
crisis se ha cebado en esto y las flores de plástico, tela y
silicona van sustituyendo a lo natural, por aquello de ahorrar unos
euros. Como en casi todo son los productores asiáticos los que se
llevan el gato al agua y quienes pierden son los nacionales, no todos porque algunos hay que explotan en su miseria a los de aquellas tierras para luego vendernos los productos a precio europeo aumentando sus fortunas de forma espectacular. ¿Importará a esa gente este día? Si los vivos son carne de cañón para ellos, lo dudo. Pero eso no toca hoy, en realidad nunca porque seguiremos comprando sus productos a pesar de ello. El teatro del mundo es suyo, nosotros solo somos las marionetas.
La tradición de honrar a
los muertos se remonta nada más y nada menos que a la época de los
druidas, que existieron antes de Cristo, allá por la Edad de Hierro. Los druidas
eran los sacerdotes de la Gran Bretaña y otras partes de Europa. Se
les consideraba sabios y también videntes, para otros hechiceros; fueron temidos y
respetados porque su poder en la sociedad de los celtas superó al de
los reyes, tal cual los que mueven hoy el mundo del comercio o del dinero. Los romanos escribieron sobre ellos y por eso algo sabemos porque de sí mismos
los druidas nada dejaron escrito, sus enseñanzas eran orales. La
iglesia los consideró cercanos al demonio a pesar de su gran
parecido, si hablamos de poder e influencia, incluso con algunas de sus normas o creencias.
Los druidas creyeron
en el alma y en la reen- carnación.
Siendo eso así, me pregunto a qué
viene pues recordar a los muertos. Si hay alma y además puede vivir,
reencarnarse, están todos vivos andando por aquí o por allá, pero
no metidos en una caja. Otra cosa es que mostremos respeto hacia la
parte física, los huesos o lo que quede de ellos. Si eso merece ofrendas o ceremonias, bien está que las hagan.
Por mi parte hace mucho
que dejé de sentir que en un nicho estuvieran aquellos a los que iba
a visitar. Su alma, esté dónde esté, sigue latiendo cerca de mí,
están conmigo, presentes y vivos en mi recuerdo. No un día al año,
siempre, a diario. Honro a los muertos de la mejor manera que puedo
hacerlo, no olvidándome de ellos. Hoy, por no faltar a la tradición
de los druidas, tienen flores naturales y la vela de siempre.
Polvo eres y en polvo te
convertirás, pero solo tu cuerpo, tu alma siempre vivirá por lo
menos en mi recuerdo.
Feliz día de los
muertos, golondrineros, sed felices.
Os recuerdo que en la
tarde de hoy y hasta el día cinco, Liliana y Da Vinci en electrónico
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