03 marzo 2014

DESCUBRIENDO A HENRY THOREAU


“He descubierto que ningún movimiento de las piernas puede aproximar a dos mentes”.

“Nunca encontré una compañía tan compañera como la soledad”.

No, no son mías esas frases; son de Henry Thoreau, pero las hago mías y las comparto con vosotros. Estoy leyendo a este hombre que fue escritor y poeta, filósofo, naturalista o ecologista y ante todo fue él. Él mismo que vivió un tiempo como un ermitaño, ejerció y predicó la desobediencia civil para llevarla a cabo si el gobierno que te gobierna no cumple con lo debido. La ley no siempre está cercana a la moral y en ocasiones es la moral la que ni remotamente está próxima a la ley. En ambos casos toca poner freno de aquella manera no violenta que él predicaba o de cualquier otra sin violencia que tú puedas hacer.
No he leído aún todo lo que escribió pero ya he podido apreciar el valor de su pensamiento, son muchas las frases que podría hacer mías. Ahora parece que esté de moda, quizá sea porque las leyes siguen estando con demasiada frecuencia lejos de lo moral, los gobiernos mal gobiernan y la gente no somos capaces de poner freno a nada y mucho menos al afán desmedido de poseer inutilidades. La crisis ha frenado lo último, ha servido para que nos diéramos cuenta algunos de que no hacen falta tres o cuatro televisores en la casa. Ni es imprescindible viajar a lugares exóticos o renovar el fondo de armario cada temporada con ropa de marca. Puedes vivir sin todo eso y no por ello sentirte infeliz.
Es cierto que la soledad es una gran compañera, te ayuda a sentirte más cerca de ti, a valorar tu vida, a pensar en cómo eres y en lo que quieres sin influencias ajenas. También te sirve para apreciar el entorno, escuchar el silencio o conocer qué sonidos hay cercanos que antes te pasaban inadvertidos. Ver el cielo o sentir el roce del viento en tu ventana...
Parece una verdad de Perogrullo que las piernas no pueden aproximar a las mentes, pero si miras a la gente verás cuán frecuente es que alguien trate de acercarse a otro físicamente, cuando lo que quiere es llegar a su mente y aunque estén uno pegado al otro sus mentes están a mil kilómetros.
Yo hago quizá lo contrario, estoy lejos en lo físico pero con mi mente, al escribir, voy acercándome a otras mentes. Aun así no tengo la seguridad de esa cercanía, ¿leen lo que escribo? Quiero pensar que si descargan mis libros cada vez más y van comprando algunos, será porque los leen y me ilusiono en creer que gustan y por tanto me acerco a mentes lejanas en la distancia. Mis piernas nunca podrían llegar a esas personas, las tengo cortas, pero como dijo un general francés, cuyo nombre no recuerdo: “Donde no llego yo, llega mi espada”. En mi caso, mis palabras.
Buenas noches, golondrineros, sed felices, eso a veces no cuesta nada...

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