21 enero 2010

SAN SEBASTIANO



En la Via Appia Antica de Roma, se conservan los restos de San Sebastiano.

“El Apolo cristiano” así le nombraban al joven y bello oficial de la guardia pretoria romana.

En aquella época compartían el poder del imperio Maximiano y Diocleciano que les dio por perseguir a los cristianos. O sea, lo de siempre, o estás conmigo o contra mí. A los gobernantes no suele gustarles que existan personas con ideas distintas a las suyas, ocurría entonces y sigue ocurriendo ahora aunque lo disimulen, poco o nada ha cambiado. Y cuentan que allá por el año 288 d.C. fue condenado a morir por no renegar de su fe en el cristianismo. Le fusilaron a la usanza, es decir, le ensartaron una descarga de flechas. Pero Sebastiano era valiente, fuerte, joven, aspirante a santo... y no murió; cuando fueron a recoger su cuerpo le encontraron aún vivo y fue otra aspirante a santa, Irene, la que le cuidó. Una vez repuesto, en lugar de abandonar Roma y vivir tranquilo, volvió a su labor en favor de los cristianos frente a los emperadores y esta vez no se libró. Unos dicen que a latigazos y otros que a golpes, el caso es que le mataron y le arrojaron a las pestilentes aguas de los detritus romanos.

Fue enterrado en una catacumba y años después edificaron una iglesia con su nombre sobre ella, en via Appia, hoy es una de las siete que se recorren para obtener el jubileo en la gran Roma; siempre grande, antes y ahora.

Su imagen ha sido pintada, trastocada, manipulada.... miles de veces; atendiendo a la moda religiosa o no de cada momento. Podemos verlo en la, según dicen más fiel en cuanto a representar la fuerza para soportar el dolor, pintado por Mantegna hacia 1480 y que se encuentra en el Louvre. En la otra más actual, evidentemente, y nada dolorosa; a pesar de sus adornos florales es de un bello misticismo, gracias a la expresión del rostro, así me lo parece. Su autor ML Fischer, fotógrafo.

Hoy es un icono gay y antaño hablaron de que lo fue de las monjas, de poetas, cineastas.... En fin, vamos a dejar a todos esos fans tan variopintos como multitudinarios, y nos centraremos a lo más tradicional.

San Sebastià, como le nombramos en mi pueblo, santo para las iglesias católica y ortodoxa. Patrón de mi pueblo, el día veinte de enero celebramos su fiesta al igual que en muchísimos pueblos de todo el mundo cristiano. Al parecer le atribuyen el milagro de alejar la peste en varias ciudades y pueblos. Sea así o no, es muy apreciado entre la gente de aquí y a su fiesta acuden incluso los que no confiesan fe de forma explícita el resto del año. Pero hoy sí, y puedes verlos delante o detrás del santo en romería, acompañándole con disparos de escopetas, porque fue soldado; y con tracas a diestro y siniestro, porque somos valencianos.

Un año más me he emocionado al ver a los jóvenes anderos levantarlo frente a la iglesia. Es una de las pocas tradiciones que me siguen emocionando como antaño, incluso más cada año.

Y hoy, San Sebastià, ha querido regalarme: una llamada desde Roma de mi joven amiga Paola, a la que dedico, (para que ejercite su español) este relato que no pretende más que entretener sin perder el respeto a mi santo favorito: San Sebastiano (italiano) San Sebastián, (español) y San Sebastià en valenciano.

L' amore si nutre di baci. Baci golondrineros a mogollón. Ciao Paola.


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