24 marzo 2011

LIBIA. GUERRA. ¿SÍ O NO?

¿Qué nueva tropelía se han sacado de la manga los políticos del digno y culto occidente?

Difícil será que puedan justificar, con verdad, la “no guerra” que han emprendido. Todos podemos entender, comprender, justificar las razones humanitarias. Pero, acaso, ¿no había otra fórmula menos drástica?

Y dicen que no van contra Gadafi, que no es su intención apartarlo del poder de facto que ejerce. Entonces no importa su tiranía, ni que sea un déspota friqui, o su rancio absolutismo disfrazado de poder popular. No, seguro que eso no tiene importancia, puesto que no la ha tenido hasta ahora y ya son años los que lleva siendo tal cual es y se muestra. Muchos son los que le han reído las gracias.

¿Qué razones hay para iniciar una “no guerra”? Si dejamos a un lado las humanitarias esgrimidas, no por no ser justas, pero sí poco creíbles. Quedan otras menos altruistas y más contundentes. La situación estratégica de Libia en el Mediterráneo y, no por mencionarla la última de menos peso, la económica; es decir, el petróleo. Y siempre acabamos en lo mismo, el maldito dinero. En el nombre de Dios hicieron una guerra durante cien años... En el nombre del dios dinero. Poderoso caballero que da la razón a quien lo posee y la quita a quien no lo tiene.

Es vergonzoso y denigrante, emprender una batalla tan desproporcionada. Por cada millón de libios hay más de cien millones en el otro lado. No es imposible, pero casi, que algún soldado de la coalición internacional caiga herido o muerto. ¿Cuánta gente morirá en Libia? ¿Cuántos han muerto ya? Es probable que mueran partidarios de Gadafi, pero también los que no lo son, las bombas no distinguen. Tampoco diferencian entre soldados y civiles; ni entre adultos o niños.

No soy una pacifista a ultranza. Si hay que ir se va. Pero tenemos que saber por qué vamos y a qué. No queremos palabras políticamente correctas, no formamos parte de la clase política. Tampoco queremos que nos traten como párvulos ni que nos mientan diciendo NO, cuando es SÍ.

Si de deponer a un tirano se trata, no es razón, porque haberlos los hay en demasía. Sería eterno y mundial el tema. Ahora bien, si hay que frenar una guerra civil en un país, cuya estabilidad o no pone en peligro la nuestra (aun siendo en lo económico), es razón de peso evidente, y así lo ha considerado la coalición internacional, aunque ponga de excusa la humanitaria.

Siendo así, llamen a las cosas por su nombre y digan: Estamos en guerra, no contra el gobierno de Libia ni contra el pueblo libio, pero sí contra su contienda particular que puede desestabilizar el mercado del petróleo. No nos importa que el señor Gadafi siga siendo el que es, para nada, le seguiremos agasajando cuando quiera venir con su jaima y fumaremos la pipa de la paz con él. Claro que sí, faltaría más, que a tan acaudalado y “venerable” anciano, no le recibiéramos con todos los honores de un jefe de estado, que no lo es, pero como si lo fuera porque es un lujo que puede permitirse.

“París bien vale una misa” Lo dijo un Borbón. La estabilidad en Libia, han considerado los políticos, que bien vale una guerra, aunque no lo digan.

Espero y deseo que sea corta y, a ser posible, con pocos muertos.




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