12 marzo 2011

NUEVO HOSPITAL LA FE DE VALENCIA, CUARTA SEMANA. SEGUIMOS ANDANDO

Van cuatro semanas y aún no estamos en orden. No reina ya el desorden, pero falta asentarnos en un terreno que todavía se nos resiste. Y ello causa problemas todos los días a la hora del reparto de pacientes, porque suele ocurrir que, a poco que te descuides, tengas un paciente a cincuenta metros del resto. Lo que supone un esfuerzo añadido.

Persisten los problemas de logística, algo menos graves porque nos esforzamos de lo lindo en que así sea, pero ahí están y, tardarán en desaparecer porque las cosas no se han hecho bien. Faltan estantes para colocar los productos, no leen las etiquetas porque no están y muchas de las que sí están, o no hay producto o no está registrado, que para el caso es lo mismo, o sea, que no lo traen. Haces un pedido urgente y no aparece en el ordenador, por tanto, no pueden servirlo. Insistes con machaconería y, al final, consigues algo, pero nunca todo. Así vamos reduciendo los inconvenientes del desastroso servicio logístico. Falla el sistema porque falla la informática, el orden en las entradas y la facturación... Un caos que el personal de logística trata de corregir pero están desbordados por la magnitud del enredo. Todo ello, en su mayor parte, causado por la premura, que nunca fue compañera fiel de los buenos resultados.

Continuamos desandando lo andado, puesto que seguimos perdiéndonos o simplemente equivocándonos de puerta. Ya reímos cuando nos cruzamos apresurados por los pasillos. Y hay quien ha bautizado al hospital como el “camino del colesterol”. Vamos que, de aquí salimos todos con indulgencia para comer lo que nos venga en gana, porque gana hacemos a diario. También son buenos los circuitos que hacemos, para dormir a pierna suelta, sin necesidad de fármacos. Lo cual repercute favorablemente en la salud de los trabajadores. Y será más positivo cuando consigamos olvidarnos de todo lo que no está bien, porque algunos aún nos despertamos pensando en ello.

Acabo de ver un programa en Canal 9, sobre la Nueva Fe. En un extenso reportaje han mostrado la maravilla de la técnica, del espacio, de la luz... En fin, han glosado las virtudes de este magno centro sin ahorrar calificativos positivos. Y tienen razón en decirlo, así es en gran medida. También he podido escuchar los elogios al personal por el éxito del traslado. En efecto, lo fue y, bien está que lo reconozcan y lo digan.

Pero el reportaje acaba con eso. La presentación del edificio y algo de sus instalaciones, momentos previos al traslado de enfermos, alguna opinión de la satisfacción de los pacientes. Pero nada, nada de nada, de cómo ha empezado a caminar el gigante sanitario. Arrastrándose por el carrusel de la logística en busca del Augmentine perdido. Bien, está bien que no lo digan. Porque tendrían que explicar el porqué de este inicio. No merecía tan flamante edificio este comienzo. Ni mucho menos el personal, que sigue demostrando mayor profesionalidad que quienes tomaron la decisión del traslado en el momento y forma equivocada. Y continua día a día, turno por turno, dando lo mejor de sí, para paliar el desacierto.

No puedo terminar sin mencionar que, de nuevo un 11-M es un día para borrar del calendario. Mi solidaridad para con el pueblo japonés por el dolor causado por el devastador tsunami. Ver a la gente haciendo cola, andando por la calle en perfecto orden, contemplando con infinita tristeza el paso arrollador de las aguas. Esa aparente serenidad ante tanta desgracia, me ha hecho preguntarme ¿de qué nos quejamos?


Ah, me olvidaba, me han regalado una botella de Limoncillo, que no Limoncello. Está hecho en Chinchón y, no está mal, pero para nada semeja al Limoncello sorrentino o siciliano. Cada tierra tiene su gracia, y la nuestra no es la de hacer buen Limoncello.

Aquí en Valencia, lo nuestro son las fallas. A pesar de la lluvia y de la crisis, estamos en fallas. Demos gracias, cada cual a quien mejor entienda.

Sed felices, golondrineros.

No hay comentarios: