26 junio 2011

BIBIANA AÍDO. NO TODOS TENEMOS CRISIS

Hola, golondrineros, ¿qué tal? No me he olvidado de vosotros. Estoy terminando mi novela sobre la Reina Cristina de Suecia, la he titulado Alexandra Rey de Suecia. No ha sido fácil y he tenido que dejar aparcado el blog. Hoy hago un alto en el camino, estoy en la fase de corregir y es lo más duro de esa tarea mágica que es la creación literaria. Aunque solo soy una aprendiza intento que el resultado sea por lo menos aceptable, para ello tengo que esforzarme en limar los errores. Al igual que siempre, cuando ya crees que está bien, haces otra lectura y ¡zas! Aparece algo nuevo y vuelta a empezar. Esto sí es trabajo, la magia se esfuma y queda solo el cansancio que supone releer tratando de que tu atención no se distraiga con la historia y se centre en la gramática y sus normas.

Y si bien no dispongo de mucho tiempo, porque quiero mandarla antes del día treinta a un concurso, por aquello de probar suerte. No puedo dejar de comentar una de las noticias del día.

Considero de “sumo interés” que, dados los tiempos que corren de falta de empleo, a alguien que sí lo tiene le den un puesto “relevante” en las Naciones Unidas. El nombramiento, tal cual consta según la traducción, en la web de UN WOMEN, es el siguiente:

Bibiana Aído Almagro (España), Asesor Especial del Director Ejecutivo
Sra. Aído ofrece una distinguida carrera de servicio público para el Gobierno de España. Ella se desempeña actualmente como Secretario de Estado de Igualdad. Sra. Aído creó el Ministerio de Igualdad y hasta 2010 fue Ministra de Igualdad y ha trabajado extensamente para la transversalización de género en la política de desarrollo española, así como en la igualdad de género y la perspectiva de género en diversos foros internacionales de alto nivel, tales como la Unión Europea para el promoción de la estrategia europea y el Observatorio Europeo contra la violencia de género.

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Lo de “transversalización” no sé si será un error del traductor de google. Porque no lo encuentro en el diccionario y lo más cercano habla de que se aparta de la línea recta, si lo entendemos como transversal. Claro que puede ser transvasar, pasar de un lado a otro. Y por ahí sí podría andar la cosa. Recordemos lo de “miembro y miembra”, pasamos de un lado a otro.

Para nada estoy en contra de lo que pueda llevar a cabo el mencionado organismo, y cuantos quiera que haya en esa línea, en lo que suponga defender derechos de la mujer que sufra maltrato, bien sea físico, social, laboral o legal de cualquier orden.

Sí lo estoy en la medida de lo que aquí se nos ha intentado inculcar, una idea o ideología desde el gobierno. Cualquier partido está en su derecho de ganar adeptos en nuevas líneas de pensamiento, pero no desde un puesto oficial que representa a todos y, mucho menos utilizando el dinero público.

Por esa regla de tres, con otro gobierno y otras ideas, tendríamos que asumir los ciudadanos nueva ideología. Eso no es la democracia. O por lo menos yo no la entiendo así.

Está claro que de algo nos tenían que servir los dineros dados por el gobierno español a ese organismo. Hemos conseguido un puesto de trabajo para la señora Aído. Claro que nos ha salido un poco caro. Cuántos puestos de trabajo, menos relevantes por supuesto, podríamos haber puesto en marcha para las mujeres en paro de este país ¿Acaso no están ellas siendo maltratadas por la crisis?

Nos olvidamos de lo que ocurre en España y vamos a la ONU, cual quijotes, para intentar arreglar el mundo ¿Por qué no empezamos por averiguar qué empresas no pagan igual en el mismo puesto de trabajo a una mujer que a un hombre? Algo tan sencillo como eso, no somos capaces de solucionarlo. Pero sí damos millones y hacemos esfuerzos por conseguir un puesto de “asesor” en un alto organismo. Que, por cierto, ¿no debería llamarse asesora?

Bueno, después de esto, creo que prefiero seguir corrigiendo mi novela. La historia actual es poco agradable. Y la del siglo XVII, en la que me he metido, dice poco bueno de quienes la escribieron. Por eso la reescribo. Quizá hago una “transversalización” Me aparto de esa línea que nos contó que la Reina Cristina de Suecia dejó el trono por cambiar de religión. Para nada, lo hizo, por supuesto. Pero lejos estaba su verdadero motivo. Y si queréis saber qué pienso que pasó, tendréis que leer el libro. Alexandra Rey de Suecia, no dejará indiferente a quien tenga el privilegio de leerla.

Buenas noches, golondrineros, sed felices.

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