03 diciembre 2011

NUEVO HOSPITAL LA FE BULEVAR. LOS RESIDENTES SON SU ESPERANZA

Da gusto verlos, haciendo planes de fiesta, yendo de comida, cena o cortas escapadas a cualquier ciudad de Europa. Al tiempo aguantando las guardias, asistiendo a jornadas o congresos. Preparando el doctorado a trancas y barrancas. Los ves alegres incluso cansados, ilusionados y también decepcionados algunas veces porque no todo es como quisieran. Pero sobre todo tienen esperanza en este tiempo de crisis. Y es así porque trabajan, luchan por llegar a conseguir la soñada plaza en la especialidad que han elegido. Son los Médicos Residentes de la Fe Bulevar.

No todo es trabajar. Tienen una media de veinticinco años, más o menos, a esa edad el mundo es como un pastel que hay que devorar a bocados grandes. Lo hacen en la medida que pueden, porque esto no es una oficina que cierra los findes. Hay que aprovechar el momento que hay libre, aunque luego las ojeras lleguen al suelo y disimulados bostezos inunden los pasillos. Se apuntan a todo lo que sale y comunican sus entradas y salidas a través de mensajes en facebook, para hacer los dientes largos a los que están de guardia. Son un poco bordes a veces. Hacen fotos hasta de mear al raso y las cuelgan de inmediato para ser los primeros en mostrar la juerga. En realidad, las fotos, forman parte de la diversión. Son como niños.

Tienen cuerda para todo. Viernes, salen pitando al terminar la jornada porque han quedado para comer un bocata, seguro que por el barrio Del Carmen, en pandilla, es como mejor se mueven.

¡Ay caramba! Tras el bocata sigue la fiesta, una vuelta por aquí y otra por allá, toman algo y a bailar tras un buen maqueado porque la noche es joven y habrá que intentar ligar. Ligar ligan lo que pueden, porque a veces la cosa no pasa del roce en la pista, pero lo han pasado de miedo y han lucido carcajadas. Si la suerte acompaña y no hay que trabajar el sábado, la cosa se prolonga hasta que el sol luce en la plaza. Chocolate y unos churros para los que aún aguantan el tipo. Otros, que se han pasado con la sota de copas, pueden confundir la fuente de la plaza de la Virgen con la bañera de casa y meterse en ella en pelota picada. Los que peor lo llevan son los que a mitad de la parranda han tenido que ir para casa porque les toca hospi por la mañana, o incluso una aburrida guardia si no hay luna llena prevista para la noche de sábado.

Así, en serio y en broma, pasarán los cuatro años que les cuesta terminar de formarse en esa dura profesión que han elegido, porque no nos engañemos, es muy dura, incluso para algunos distraídos. Lo es más para todos aquellos que la eligieron por ser lo que querían, sufrirán más y dedicarán gran parte de su tiempo libre al estudio, no solo ahora, siempre; porque la formación de un médico no acaba en la etapa de Residente. Pero este tiempo marcará sus vidas, personal y profesionalmente. Y sería bueno que los que están para ayudarles en el esfuerzo que supone, lo hicieran con alegría, sin ningunear esa atención que merecen y necesitan. No solo sería bueno para los Residentes, a todos beneficiaría. Por supuesto al hospital y por tanto a los pacientes. A cambio, ellos, animan con su juventud, alegría y esperanza en la vida. A los que ya mal andamos cubriendo las canas y tratando de no ahogarnos por los ¡¡muy largos!! pasillos de este hospital que juntos inauguramos con cierta reticencia por nuestra parte y mucha ilusión por la suya.

Mis saludos a todos los Residentes de Pediatría del Nuevo Hospital La Fe, incluidos los que estáis lejos. ¡Sois estupendos! (Casi siempre).

Un besazo golondrinero, brindo con limoncello por vosotros.

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