12 febrero 2013

TIEMPO DE SAN VALENTÍN Y EL DESAMOR


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Cada vez son más los desamores, la vida moderna no da para más. Las rupturas de las parejas están a la orden del día, ya sean solo pareja o tengan un contrato de matrimonio de por medio. Ya no importa si hay hijos o no, tampoco los años transcurridos ni todos esos momentos felices que seguro vivieron. No se aguantan, para qué luchar por la convivencia. Altibajos en la relación es normal los haya, pero falta motivación para superarlos y sobra a todos orgullo para perdonarlos intentando seguir en ese camino que un día iniciaron con un sin fin de ilusiones y proyectos. Hay quien culpa a la mujer, a su independencia y realización como persona. Otros dicen que los hombres tienen miedo de perder el poder, la capacidad de controlar y dirigir a la mujer, su estatus como macho dominante. Ese miedo lleva incluso a la violencia verbal, emocional o física. A no aceptar que ella tome sus propias decisiones, sea capaz de resolver sus problemas, incluso de marcar la pauta en lo sexual. Y también actúe con violencia en todas sus formas, porque ya no es aquella sumisa que durante siglos vivió sometida al hombre. Tendrán unos y otros razón, pero de lo que no podemos dudar es de la falta de amor. El desamor, por parte de uno o de los dos, enmascarado quizá desde el principio. Los valores por los que debería ir cada día consolidando la relación: intimidad, complicidad, pasión, compromiso. No parecen tener hoy fuerza, posiblemente porque nadie “compra ya algo para toda la vida”. Todo tiene fecha de caducidad, eso llega hasta el amor y hace surgir el desamor a veces de improviso. En ocasiones, ya de entrada estaba destinado a caducar porque adquirieron la condición de enamorados en las rebajas, deprisa, corriendo porque era una gran oportunidad en ese momento. Puede que a uno de los dos le hiciera falta y al otro no, pero los dos cayeron en la trampa. Cuando acuden a las rebajas, compran lo que vale la pena y lo que no. Luego, cuando surge el inconveniente, cuando ven que no es su talla, devuelven la prenda. Así llegan a comportarse con el amor. Puede que la cuestión sea tan simple como eso, y hoy el amor sea de usar y tirar, tal cual cualquier producto que compra la gente en un centro comercial.

Hay alguien de quien no nos podemos separar, nos guste o no. Con nosotros mismos no hay caducidad, no podemos permitirnos el desamor. Es necesario para ser feliz que el amor presida esa relación, es para toda la vida.



Gustavo Adolfo Bécquer

Rima LIII


Volverán las oscuras golondrinas
en tu balcón sus nidos a colgar,
y otra vez con el ala a sus cristales
jugando llamarán.

Pero aquellas que el vuelo refrenaban
tu hermosura y mi dicha a contemplar,
aquellas que aprendieron nuestros nombres...
¡esas... no volverán!...

Mas no sufras por ello, porque si eres capaz de recordar, soñar con tus buenos recuerdos y de ilusionarte con proyectos nuevos; podrás seguir sintiendo tanto amor o más por alguien nuevo, por ti y por todo aquello que llegarás a vivir.
Cada amanecer es siempre único y el anochecer te parecerá cada día el más bello.
¿Cómo serán tus noches? Acompañadas o quizá en soledad, mas no sufras pensando en ello, porque seguro las disfrutarás si no reprimes tus sueños y alimentas tus ilusiones; las tuyas, de nadie más.
Las estrellas brillarán y habrán lunas tan llenas que no lo creerás. Iluminarán la noche llenando tu alma de claridad.
Crecerá la hierba y por ella andarás con los pies desnudos, sentirás la paz llenando tu cuerpo de esa húmeda suavidad. Bajarás hasta el mar, verás y olerás la libertad. Navegarás cual velero, rompiendo barreras, eliminando temores. Las olas de tu vida podrás salvar pues ya te habrás curado del mal de amores que tanto te llegó a perturbar.
No hay mayor amor que aquel que te puedas dar a ti, por ti y para ti. Siendo así podrás regalar a los demás, porque te rebosará, lo sentirás en todo tu ser, lo transmitirás en todo aquello que hagas y lo irás sembrando por donde quiera que vayas.
Dejará de importarte no ver aquellas oscuras golondrinas que antaño fueron testigos de tu felicidad. Verás golondrinas verdes revoloteando a tu alrededor, guiando tus pasos en tu nuevo caminar, serás feliz porque te querrás y sabrás que:

¡Esas... las golondrinas verdes, siempre estarán!

Sed felices golondrineros, brindad con limoncello por vuestro amor.


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