10 julio 2009

CASO MAORES

El hecho de que a los menores no se les aplique la ley penal en los casos de homicidio culposo y asesinato, no debiera significar que las medidas correctoras sean tan sumamente livianas que produzcan escándalo. Dando lugar a una discriminación ante la falta de justicia para con la víctima, su familia y la sociedad en general. En todos los casos en los que hay graves lesiones, violación o muerte, el culpable menor (tenga los años que tenga) debe tener un correctivo proporcionado al mal o daño infligido. La protección al menor no debe ser sólo para el que está vivo, también el muerto o el dañado debe recibir esa protección, por tanto, no pueden prevalecer los derechos del menor culpable de una acción delictiva frente a los derechos de quien ha sido la víctima. Y eso es lo que ocurre con nuestra legislación.

El caso Maores es una muestra más de esa injusticia, cinco años de reclusión en un centro de menores y tres de libertad vigilada es la pena máxima que al culpable o culpables puede aplicarse. Esa es la compensación, la justicia, que recibirá la familia y la víctima. Que no olvidemos tenía quince años y su vida ha finalizado. El culpable de ese hecho sólo verá mermada su existencia relativamente, cierto que estará en un centro privado de libertad, pero podrá continuar con sus estudios, leerá o hará deporte, contará chistes, cantará, verá la televisión.... Le atenderá un psicólogo que le ayudará a superar ese mal momento que tuvo, y si todo va bien, será persona libre, joven y viva en cinco años. Su víctima jamás lo será.

Es pura utopía hablar de si las medidas deben ser preventivas: educación, asistencia social en hogares con problemas.... Por supuesto que todo eso debe existir y aumentarse en la cantidad necesaria para evitar posibles deformaciones de la personalidad que puedan degenerar en acciones delictivas. De ello hablan algunos que se llaman así mismo “progresistas” que están en contra de cambiar la ley. Y todo está muy bien pensado para “antes” del delito. Pero cuando el hecho es consumado hay que proceder a su sanción.

El verdadero progreso es la equidad, ser capaces de equilibrar la balanza en la medida de lo posible, respetando ¿cómo no? la vida, fomentando la educación y rehabilitando psíquicamente para reinsertar en la sociedad de manera adecuada al que ha incurrido en un delito grave.

Los cinco años de pena son una miseria en el caso Maores, con diecinueve o veinte años, su asesino estará libre para disfrutar del mundo. El doble, diez años, sería algo más equitativo. Aún así saldría el asesino con veinticinco, puede que con sus estudios superiores hechos, tendría toda una vida por delante, (la que Maores no tendrá) pero ya sería adulto y por lo menos a cambio de su cruel acción habría pagado con no disfrutar de esos años de juventud de los que privó a su víctima.

Es por tanto necesario cambiar la ley, y que los centros de menores los acojan hasta finalizar la condena pues bajo ningún concepto deben, aún pasados los veintiuno, pasar a las cárceles convencionales si queremos realmente rehabilitarlos. Todo ello tiene un coste económico ¿pero cuánto vale una vida? Maores o cualquiera merece esa respuesta, que no tendrá, pero debiera.

A los jueces, fiscales y políticos les pido menos falso progresismo y más equidad en la aplicación de la justicia. Cesare Beccaria ya decía: “es la duración de la condena y no la intensidad lo que impulsa a no cometer crímenes”

Buenas noches golondrineros, hoy el tema no da para brindar.

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