16 julio 2009

¡SAN FERMÍN, POBRE DE MÍ!

“Soy australiano, me llamo Alex, vivo en Londres y.... estoy borracho”

Así se pronunciaba un joven atendido por los servicios sanitarios de Pamplona durante las fiestas de San Fermín, y lo decía con una sonrisa. Sin ser muy consciente de que, aparte de unas ligeras lesiones en el rostro, tenía un golpe en la cabeza que precisaba de algún punto de sutura, por lo que le trasladaron al hospital.

La otra cara de la fiesta, no es otra, es la que es. Eso forma parte de los sanfermines. Los comas etílicos, los golpes por caídas accidentales; el suelo está con frecuencia resbaladizo por la cantidad de bebida que va cayendo en él, aunque no tanta como engullen los asistentes a tan peculiar celebración.

Los jóvenes, y algunos no tan jóvenes, duermen en los parques, en los garajes, en sus vehículos, o en cualquier rincón que les permita dejar caer el cuerpo y reponer medianamente las fuerzas para continuar al poco con la vorágine de la marcha que impone vivir con cierta plenitud este evento tan singular. Hay duchas públicas, que algunos utilizan, puestas para atender a esa multitud, que no es que no encuentren hospedaje, simplemente no lo buscan. Y no lo hacen porque son jóvenes y pueden permitirse dormir en un escalón y gastar lo que pudiese costarles una pensión en calimocho, pacharán, cerveza o lo que venga al caso.

“Soy de Nueva York, ahora vivo en París pero mi corazón está en Pamplona. Corro el encierro desde hace cuarenta años, dicen que estoy loco.... vale la pena volver cada año para encontrarme con los amigos” acababa de correr el encierro y saludaba a un corredor pamplonés al que llamó “maestro”

Australianos, mejicanos, chilenos, americanos.... de todo el mundo. Principalmente jóvenes pero también de más edad.

“Mil euros al día” por hospedar a la familia en un primer piso de un hotel en la calle La Estafeta, el regalo de un abuelo a su nieta.

No se duerme, se come mucho y se bebe más. Los de la tierra trabajan en todo tipo de servicios más los extraordinarios que impone la fiesta, necesariamente aumentan la dotación de personal (400 sanitarios por ejemplo) y asisten en la medida que pueden a los diversos actos y a las corridas. Todos ven el encierro, unos en directo otros en TV. Participan de una forma u otra y a pesar del cansancio, sonríen.

Este año el balance es: Un montón de heridos en los encierros por contusiones, traumatismos, cornadas. Dos heridos graves por asta de toro, y desgraciadamente, un fallecido. Desde 1911 cuentan una quincena, pero ¡Qué siga la fiesta! ¡Gora San Fermín!

¿Qué tiene San Fermín? Que atrae de esa manera.

Si quieres saberlo, coge tu mochila y el próximo año, ve a verlo. Puede que no vuelvas pero seguro que lo contarás a tus nietos porque no lo olvidarás y repetirás cada 7 de julio “Una vez estuve en San Fermín

(Datos de reportaje de TVE)

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