28 marzo 2009

PEQUEÑAS COSAS. LA VIDA EN PAREJA

Pequeñas cosas son las que conforman la vida. Las que al realizarse, según nuestros deseos, alimentan nuestro espíritu y nos aportan felicidad. Pequeñeces que nos alegran la vista, el gusto, los sentidos en general. O bien, hacen realidad nuestra forma de entender la vida, la comunicación, la relación con los demás, nuestro quehacer diario. Incluso pueden, esas pequeñas cosas, ir satisfaciendo nuestros ideales más profundos.

Y es con, pequeñas cosas, porque el día a día no está lleno de grandes acontecimientos, decisiones trascendentales, conversaciones profundas que nos den luz sobre los grandes misterios de la vida, hechos capaces de cambiar nuestra forma de ser sentir o supongan dar un giro de 360º a nuestra existencia. Nada de eso ocurre, habitualmente, en el día a día. Puede que incluso nunca lleguen a ocurrir para algunas personas.

Pequeñas cosas, nimiedades, que para otros no tendrán, probablemente, ningún valor y que sin embargo sí lo tienen para uno mismo.

En la convivencia de una pareja, por ejemplo, esas pequeñeces serán las que hagan funcionar la relación o acaben con ella. Algunas veces llega la ruptura por hechos o discrepancias muy importantes, pero la mayoría es por “pequeñas cosas”

Recuerdo parte de una frase que alguien dijo: “Yo soy yo, tú eres tú, no estoy en la vida para responder a tus expectativas y tú no estás en la vida para responder a las mías”

Hay que tener muy claro qué esperas de tu vida en pareja: ¿Que él se comporte, cómo a ti te gusta? Tendrás que plantearte la pregunta al revés también. ¿Me comporto yo, cómo le gusta a él? ¿Hacemos los dos lo necesario para poder vivir en pareja?

Y cómo llegar a ese conocimiento y posterior acuerdo de convivencia.

Primero, con el diálogo, sin hablar de qué, cómo y cuándo os gustan y queréis las cosas, difícilmente es posible una convivencia armónica, aún basada en el afecto más profundo.

Segundo, con la renuncia, y no se trata de que tú cambies o que lo haga él. No, nada de eso, de lo que se trata es de que ambos cedáis un poco para acercar vuestras posiciones a ese punto medio que permita una armonía del conjunto.

Tercero, compensación, lo que cada uno cede debe estar compensado con lo que recibe.

Hoy resulta corriente cambiar de pareja cuando esas “pequeñas cosas” no funcionan, no nos satisfacen. ¿Y qué ocurre? Pues que volvemos a empezar, porque de nuevo se plantea el mismo problema. Y con frecuencia ocurre que ni antes ni después, la pareja, intentó realmente que funcionasen las “pequeñas cosas”.

Del diálogo y la discusión, siempre con el respeto mutuo, surge el entendimiento; la relación madura y se afianza. Cuando no se consigue el acuerdo, hay que cortar. Y plantearse si uno/una es capaz de vivir en pareja, antes de iniciar una nueva relación en la que, irremediablemente, habrán “pequeñas cosas” que nos diferencien.

Ejemplos de pequeñas cosas: lo que nos gusta comer, beber, oler... Lo que nos distrae, divierte....Lo que opinamos, pensamos, creemos....El rol que ocupamos, el que deseamos, el que compartimos....

Y todo eso sin hablar, de sexo, que no siendo una “pequeña cosa” está pleno de “pequeñas cosas”.

No es fácil convivir, pero es necesario para vivir y vale la pena intentarlo cuando hay base para ello. Y la base, qué duda cabe, es el amor.


Baci golondrinero. Hoy me he enrollado, ¿será por qué está lloviendo?



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