15 noviembre 2011

20-N REFLEXIONAD CON TIEMPO Y VOTAD

Faltan aún días para que llegue ese tan manoseado “día de reflexión” previo a una votación. Pero no podemos esperar a reflexionar en el último instante. Porque pueden ocurrir acontecimientos que perturben ese necesario meditar antes de depositar nuestro voto en una urna, porque el voto de cada uno es el que decide. Uno o diez millones no son más que una suma de votos individuales e intransferibles. Emitidos de forma libre y responsable.

¿Qué debemos tener en cuenta? No la faz de un candidato, su corbata o el fondo con que se anuncia. No los discursos hilvanados por expertos para convencer. No, ni siquiera los programas que ya veremos si pueden cumplir.

Hay que centrar nuestro pensamiento en lo que vemos y en la memoria histórica. Esta vez soy yo la que hablo de memoria histórica, pero no de hace décadas, de la reciente, los últimos años. De la actual, la que está escribiéndose en el día a día. De esa historia en la que poco participan, pues no tienen oportunidad de hacerlo, cinco millones de españoles parados, a los que hay que sumar todas aquellas personas a las que afecta su situación.

¿Qué tenemos a nuestro alrededor? Escándalos, mala administración, corrupción y malversación de caudales públicos. Sindicatos bien pagados por el gobierno, con un número de liberados que nunca dicen cuantos son, hay quien habla de trescientos mil. Me parecen muchos cobrando sin apenas producir, pero en realidad no sabemos si son tantos, menos o más. Sindicatos que manejan millones dedicados a “cursos de formación”, algunos para los parados. ¿Por qué? No entiendo por qué tiene que dar dinero el gobierno para ese fin a un sindicato. Es más, un sindicato tiene que mantenerse con la cuota de sus afiliados si queremos que sea independiente y defienda a quien representa. Y a quién han representado, a quien les ha pagado, al gobierno, pero no a los parados. Tampoco a los que sí tenían trabajo, han sido incapaces de hacer una reforma laboral necesaria y adaptada a la situación actual.

Mientras millones de personas sufren las consecuencias de una crisis que aumentó su velocidad cuesta abajo, por negarla el gobierno durante tiempo. El gobierno ha seguido con sus subvenciones a organismos o fines solo comprendidos por unos pocos, los que las recibían, y para nada productivas ni paliativas de la problemática existente en nuestra sociedad. Si bien es cierto que estamos en una crisis internacional, no menos cierto es que tardamos en poner en marcha medidas contra ella y con pocos o nulos resultados. Sí dieron dinero para los que agotaban su prestación por desempleo, pero no a los que ya hacía tiempo la habían agotado o no reunían los requisitos. Dinero que hubiese sido más productivo para todos si lo hubiesen dado a los empresarios, pequeños o medianos que creasen un puesto de trabajo. Pero la clave del gobierno era “vencer a los poderosos”. Y la consecuencia ha sido derrotarnos a todos, sobre todo a los menos poderosos, al pueblo llano. Hicieron muchas rotondas casi todos los ayuntamientos, mientras seguían sin pagar las facturas que debían. Pero era necesario dar imagen de cara a la galería, y todos, todos los partidos pasaron por ello. Cuando tendrían que haber hecho un manifiesto público “no queremos rotondas, aunque sean buenas, queremos reducir deudas”. Pero todos se hicieron la foto inaugurando mientras muchos pequeños y medianos empresarios, reducían sus plantillas por no poder atender los pagos, porque mientras la administración no les pagaba, seguía cobrando el IVA y el resto de los impuestos. Una auténtica tropelía.

Podría seguir, pero para qué. Cualquiera que tenga ojos puede ver si mira en su entorno. El despilfarro ha sido mayúsculo y nadie ha puesto coto a ello. Así estamos, más secos que una mojama. Y lo peor es la falta de esperanza en que algo cambie. Por un poco de esperanza, a paso lento, pero algo espero que sea, a eso dedicaré mi voto.

Hay gente a la que no afecta la crisis, eso creen, pero no es así. Seguro que si miran, verán en su entorno un pariente, un amigo, un bar que ya no abre por falta de clientes. Y va en aumento, a menos que algo cambie. Que cada cual emita su voto, suyo, responsable. Pero no por lo que prometan unos y otros, abran los ojos y vean su entorno.

Una amiga me ha dado una botella de limoncello de Sorrento, a cambio de un libro mío. Llaman a eso trueque, lo que hicieron en el “corralito argentino”. Espero no lleguemos a ello. De momento yo salgo ganando, el limoncello es de primera y mi novela puede que no le guste. Claro que le durará más que a mí el contenido de la botella. Ciao golondrineros, sed felices.

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