15 marzo 2010

ENVIDIO A MIGUEL DELIBES

Sí, así es, le envidio (envidia sana). No por estar muerto, sino, porque vivirá siempre. Y también le envidio por haber vivido a su aire, un aire castellano, que le inspiró historias que supo comunicar de manera, en apariencia, sencilla y austera. Con una cercanía al lenguaje del pueblo, sin caer en la vulgaridad, algo harto difícil de conseguir, pero él tuvo esa gracia. Y nos mostró vivencias, tan reales, que nos fue muy fácil entender, comprender y querer o malquerer a los personajes.

Volví a ver la inolvidable película “Los Santos Inocentes” . Basada en su novela, todo un éxito en su momento y, pienso, que en cualquier otro en el que pueda volver a verse. No recordaba al director, Camus, porque siempre, tras el título, le mencioné a él: Los Santos Inocentes, de Miguel Delibes. Cierto es, que estuvo bien dirigida y mejor interpretada, pero, mayor certeza tengo, de que esa historia, sin la pluma de don Miguel Delibes, nunca hubiera sido lo que fue, lo que aún sigue siendo.

“A mandar, para eso estamos”. Esa frase, creo que serán pocos los que no la hayan pronunciado en algún momento. ¡Hay tanto en ella! Y, sin embargo, es obvia su llaneza. Ahí radica, a mi entender, la genialidad de don Miguel Delibes. También por eso le envidio: por elevar el lenguaje popular y cotidiano, con su maestría en el uso de la lengua castellana. Y por su talento, para expresar sentimientos, sin palabras abigarradas.

Descanse en paz.

No hay comentarios: