03 octubre 2008

COMPARTIENDO

Otra vez en la noche me llega vivo el recuerdo de algunos de aquellos que llevo en el alma, justo los que ya no están, los que se fueron. Aquellos que me dejaron sembrado el amor que sigue creciendo sin proponérmelo. Y no hay dolor, sólo y no es poco, mucho sentimiento. Ese ahogo clandestino que irrumpe cuando siento la alegría por algún acontecimiento. Por no poder compartirlo, no saborearlo ni vivirlo con ellos. Y no merma mí alegría, no, no es eso. Pero tengo que parar y hablar con ellos. Abrir la compuerta y dejar escapar ese nudo húmedo que me ata el pensamiento, estrangula mí garganta y catarata en mí mirada. Y veo sus caras, su alegría compartiendo lo que yo siento. Sé que son ellos los que hacen posible que sea capaz de expresar lo que expreso, y me hace feliz crecer en ese conocimiento.
Las compuertas ya están cerradas, no he sido yo la que he hecho por cerrarlas si no ellos que me devuelven la calma, la paz que quiero para mi alma.
Bebo un poco de limoncello y enciendo un cigarrillo, limpio con la manga las gotas de rocío que mis ojos han dejado sobre la mesa, ya es madrugada y otro día comienza en el que puede que nadie les vea, pero yo sé que aquí están, junto a mí dándome calma. Acunando mí alma para que pueda dormir sin soñar que voy a despertar sin ver sus caras. Seguro que mañana saludaré el día con la sonrisa que ellos me mandan y estarán conmigo cuando cuente a quién venga a mí casa que hoy he recibido mí primer libro ya impreso. Algo que es realidad sólo porque ellos están conmigo. Buenas noches golondrinas.

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