18 noviembre 2009

SOMOS LO QUE PENSAMOS

Pocas veces encontramos referencia etiológica de las enfermedades del cuerpo en la mente, y, sin embargo ahí está muy a menudo la clave de una enfermedad; que generalmente, los médicos, tratarán por sus síntomas orgánicos y justificarán con alteraciones analíticas o complejos estudios radiológicos o escaneo del cuerpo. Pero hay que ir más allá, porque "somos lo que pensamos".

En la antigüedad creían que el hígado era claro reflejo del pensamiento, sentimiento, emociones de cualquier tipo; suponían que su bienestar dependía en gran parte del equilibrio psíquico.

Hoy en día suelen diagnosticar el estrés con frecuencia, pero, muchas veces no se llega a ese diagnóstico por estar asociado o expresado por el mal funcionamiento de una parte física de nuestro organismo, y, será ese síntoma el que se trate sin llegar a remediar la verdadera causa; con lo que el enfermo no llegará a curarse. Y es posible que con la medicación deje de sufrir los síntomas físicos, tiempo perdido, volverán a aparecer de idéntica manera o por otra parte del cuerpo. Porque lo que no digerimos, mental o emocionalmente, por algún lado tiene que salir.

Cierto que hay más causas que producen deterioro o disfunción de nuestro organismo, pero no me cabe la menor duda, el malestar en el pensamiento lleva directo a la enfermedad.

“Mens sana in corpore sano” la cita del poeta romano Juvenal (s. I-II) expresa la necesidad de la salud en la mente y en el cuerpo para vivir con bienestar. Cuando falta en alguna de las dos partes, la otra se resiente o quizá sea por simpatía que comienza a dar señales de que algo no va bien.

Un dolor de espalda puede tener base física, pero seguro se agudizará si hay una preocupación en la mente. Lo mismo ocurre con el aparato digestivo, respiratorio.... incluso con el pelo.

En la medida que nos sea posible debemos controlar el pensamiento, nuestras emociones; todo lo que sea negativo, pues ello nos beneficiará mental y físicamente.

Una copita de limoncello de vez en cuando nos facilitará ser más positivos, y por tanto, más felices.

De eso se trata ¿no? Buenas noches golondrineros.

1 comentario:

Anónimo dijo...

--
Di, qué flores alegran tus mañanas.
Claramente, no quiero nunca nada,
--no quiero nada-- ¡La vida tampoco
quiere nada! No te preocupes…
no temas que los poetas no existen.

Sin ninguna esperanza se cultivan
semilleros parados y abonados
pero a veces la bruma ama los lápices;
y para cosechar dos almas se unen
y determinan juntos todo mundo.

Lo bello del jardín nunca depende
del tamaño de sus flores, mas si
de la variedad y su colorido,
o, en pequeños momentos y sentida
la felicidad sin gran alegría.

Puedo intentar contarte cómo planto,
y cómo me enseñaron, y que aprendas
mejor que yo, que nunca obtuve frutos
leyendo en el barniz de tu mirada
donde de luna a luna te estudiaba.

Soy millones de flores muy variadas
con letras animadas en macetas
y estoy con Cristo, él es toda mi vida,
puede que apropiado hoy no te resulte
saber más de los tréboles de mi alma.