02 noviembre 2009

DÍA DE DIFUNTOS

¿Qué demonios celebramos. Que los muertos están muertos, o quizá que nosotros seguimos vivos?

Es una muestra de respeto, de memoria a los que ya no están. Eso dicen, y probablemente sea así para muchos. Aunque también son muchos los que siguen yendo ese día al cementerio y adornan las lápidas por el qué dirán sus parientes, vecinos o conocidos, sobre todo en los pueblos.

Ni lo uno ni lo otro es mi motivo, no voy en el día de difuntos, lo hago uno o dos antes y no por respeto ni por memoria, sigo la tradición de lo que le vi hacer a mi madre toda la vida. Sé que no le parecería bien que su lápida no tuviese unas flores adornándola como al resto, aunque son artificiales procuro que sean bonitas, pensando siempre en lo que a ella le gustaba aunque no era de ir mucho al cementerio y mi padre menos aún.

“Polvo eres y en polvo te has de convertir” Después de presenciar (sin quitar ojo) dos exhumaciones, la frase se queda muy corta, pero no pienso ni por un momento en rememorar lo que vi. Pero sí en comentar para qué me sirvió. El cuerpo es sólo el envase del ser que somos cada uno. La envoltura que nos permite deambular por el mundo y que una vez has muerto, caduca y se autodestruye. No hay nada pues en los cementerios de nuestros antepasados.

El respeto hay que tenerlo en vida, hay quien adorna mucho las lápidas de aquellos a los que no respetó mientras vivieron, ¿les pide perdón o disimula? Hipocresía excesivamente extendida.

La memoria de un día ¿a quién le sirve? A los difuntos para nada y a los que siguen vivos para menos aún.

Yo no necesito ir al cementerio ni esperar al día de difuntos para tenerlos en la memoria, están presentes; siguen en mi pensamiento en el día a día, mis sentimientos hacia ellos no han cambiado más bien al contrario; tengo mayor armonía con ellos, no discutimos por nada (algo hemos ganado). Y hablo con ellos, les cuento mis problemas, también mis alegrías y sé que me escuchan.

¿Estoy sonada? Puede, pero es la mejor manera para seguir viviendo cuando ya no están presentes, físicamente, aquellos a los que no por respeto ni por memoria, sigues queriendo.

Descansen en paz todos nuestros muertos, brindo por ellos con limoncello. Sed felices golondrineros.

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