16 octubre 2011

PREMIO PLANETA. LA PANTOMIMA

¿Qué hacer para celebrar un premio literario? Escribir, si te dedicas a ello en todo o en parte.

No me lo han dado a mí, ni siquiera me había presentado. Pero está bien que a pesar de la crisis sigan dando premios por escribir. Algo tan poco productivo, con una rentabilidad incierta a corto, medio y largo plazo. Para la gran mayoría, aunque no para unos pocos privilegiados. Y lo son ya antes del premio, puesto que Planeta siempre apuesta a ganador y no arriesga con alguien desconocido. Pero hacen la fantochada de seudónimo en autor y título, cuando ya los rumores invaden la ciudad si no el país. El Planeta es el más grande de los premios, si de dinero hablamos, y solo si de dinero hablamos. Ya no tiene prestigio literario, pero sí dinerario y todos, digamos lo que digamos, querríamos alcanzarlo. Es pues el mayor reto para los que escriben en la lengua de Cervantes, que sigue siendo la misma con algunos cambios, unos naturales al ir evolucionando, otros ya no lo son tanto. Pero ahí está y la usamos cada vez más gente. Mi felicitación a los ganadores y finalistas.

¿Cómo y para qué sirve, escribir?

Para bien poco, dirán algunos. Otros se escandalizarán, alzarán la voz dando mil razones. Y puede que los segundos tengan razón, pero no toda en los tiempos que corren. Porque si bien sirve para distraer, quizá hacer soñar que buena falta hace; remover pedazos de historia y, algunas veces impulsar el formar. Llega poco a su labor principal, que no es otra más sino la más temida, odiada, repudiada por algunos. Otros la desearán, añorarán, aplaudirán... Hablamos de cuando el escribir sirve para denunciar.

Y hay tanto en estos días, y es tan poco lo que se escribe. Debiéramos denunciar, justo eso, la escasez de la protesta ante la injusticia.

El Planeta es muestra clara de la pantomima tan de moda en este país. Y lo es porque solo responde a sus propios intereses y no al literario. Pero bien, es su dinero y con él puede hacer lo que quiera. Claro que sube el escalafón de los premiados y no siempre lo merecen, ni siquiera por reconocimiento de méritos acumulados.

Al igual que muchas subvenciones del gobierno que van encaminadas a su interés ideológico o ni siquiera a ideal llegan y se quedan en manía desestabilizadora. Aún siguen por estas fechas, cuando el país está quebrado y está a la espera de unas elecciones. Utiliza el dinero de todos sin importarle el mal que hace, apoyando programas que solo a él interesan o, lo hecho tantas veces, comprando favores para mantenerse en el poder o dando a los sindicatos recursos millonarios, apesebrándoles bajo su mano.

Hay una injusticia clara y desmedida en todos los políticos, tal que predicadores van hablando de administrar bien los recursos y lo mucho que les duele hacer los recortes en sanidad o educación. Mientras aumentan sus retribuciones. Siguen teniendo prebendas escandalosas, dedican recursos a pantomimas, ninguneando a los más necesitados. Sí, cierto que han comenzado a racionalizar el gasto, pero lejos están de hacerlo en lo debido.

Y no hablemos de los muchos cargos que algunos acumulan, haciendo caja a diario cuando cinco millones de españoles ni aire tienen ya.

El movimiento generalizado de indignados es poco para lo que hay que protestar. Los que escribimos, bien o mal, con premios o sin ellos. Debemos escribir denunciando la miseria de muchos, frente al enriquecimiento lícito, aunque inmoral, o ilícito de algunos. Los políticos son buenos actores, no hay duda, representan el orden y el poder por sus cargos. Pero en muchos se queda en eso, en la representación. A poco que rasques sale, aparece el abuso de poder y la mala administración que es más propia de una oligarquía que de un gobierno democrático.

La magnitud de la miseria que vive hoy España no es remediable a corto plazo. Y no lo es solo porque no hay trabajo, y por los gastos suntuosos de las administraciones. O todos esos organismos dispersos y dispares que poco sirven, excepto para mantener a unos privilegiados en puestos de lujo para compensar su labor en el partido o por... Vaya usted a saber qué están pagando.

No solo por todo lo mal que actúa la administración de cualquier color o nivel aumentando el tiempo de la crisis y sus consecuencias, sino que, como consecuencia de ello. Las economías de este país, las particulares de la gente media, porque la baja de eso no tiene, ni ha tenido. Están desapareciendo a pasos agigantados. Los problemas de hijos y nietos causados por la crisis, ha acabado con los recursos, los ahorros de los más mayores acumulados tras largos años de trabajo y economía. Y volvemos sin remedio a una situación de posguerra. En la que los hijos que ya estaban emancipados, tienen que compartir otra vez la vivienda con los padres o abuelos. Y el que quiere salir de eso, necesariamente lo hace junto a otros porque solo no puede.

Sí, hay una crisis global. Pero no todos la sufren por igual, ni en todas partes lo hacen tan mal como aquí. Seguimos dedicando recursos a la estupidez y enriqueciendo a unos pocos sinvergüenzas, que los hay por todas partes y de todos los partidos.

¿Qué hacer para celebrar un premio literario? ¿Cómo y para qué sirve, escribir?

Escribir, denunciando y quizá no sirva para nada. Pero esta es mi aportación a la fiesta de la pantomima de Planeta, la de España entera. Vivimos una mentira, urdida por unos, que la disfrutan, y sufrida por otros que vivíamos en un espejismo. El del estado del bienestar, pagado a precio de oro por no saber o no querer administrar los recursos. Hora es que levantemos la voz todos, ¡indignados! Por tantos malhechores protegidos por sus cargos, que todos pagamos. Debemos exigir responsabilidad por sus acciones y sus lujos desmedidos.

Quien ocupe un cargo tiene que ejercer un buen gobierno, lo cual significa que asuma la responsabilidad en lo que corresponda y respondan sus acciones al interés de la mayoría. Y cuando esto no ocurra así, que la justicia se lo demande. Si quien gane las elecciones no es capaz de ello, de poner unas normas que controlen a los descontrolados por el poder. Viviremos en posguerra no una, dos generaciones, y una ya es demasiado.

Buen día, golondrineros. ¡¡Indignaos!! Frente a la injusticia, alzad vuestra voz.

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