31 octubre 2011

ESPAÑA HUELE A MUERTA, YO NO QUIERO CELEBRARLO


La foto es de http://turismo-toscana.blogspot.com/

España huele a muerta y no es por la fecha en la que estamos. Cierto que cada uno de noviembre “celebramos” el día de todos los santos, santo solo lo es alguien que ya está muerto. Siendo así, poco es lo que podemos celebrar. Dicen que es un día para recordar a nuestros difuntos y tener el detalle de visitar el cementerio y hacer una ofrenda de flores. Como si pudiéramos olvidar a los que ya no están. Sí seguimos respirando, comiendo, riendo; viviendo, dicho en una palabra. Pero difícil es olvidar a unos por su bondad, a otros por su maldad. A la inmensa mayoría ni por lo uno ni por lo otro, no sobresalieron de manera especial, fueron gente corriente por lo general, tal cual somos. Pero formaron parte de nuestras vidas o de la historia cuyo tiempo compartimos. Los recordamos, y a los más cercanos los sentimos, los añoramos.

Pero en los tiempos que corren, casi celebramos que no sigan aquí, viendo el declive de muchas vidas, el sinvivir de tantos, y a una España moribunda sin ánimo ni fuerza para seguir. Seguro que se preguntarían ¿qué ha pasado? Una guerra, una pertinaz sequía, una peste... Porque solo grandes, enormes calamidades pueden ser causa de la situación actual. Buscarían explicación y no la encontrarían. ¿Qué pudo ocurrir? Para que el fruto de su trabajo, de sacrificios y sufrimientos enormes durante la guerra y la posguerra. Esté perdido o apenas quede nada.

Los que aquí seguimos, herederos de esos que están esperando nuestra visita en el cementerio, no tendríamos palabras para justificar tanta dejadez. Ni la mucha soberbia con la que se adornan algunos cargos. Tampoco podríamos dar cuenta de los gastos innecesarios de la administración, porque nadie hace cuenta de nada, lo parece, pero no es así. —Claro que, si en algún momento hay alguien consciente, tendríamos que condenarlo a lo hoguera, por permitirlo— No sería fácil enumerar los enriquecimientos ilícitos de los gobernantes, ni la subvenciones millonarias a proyectos que mejor no mencionar.

No comprenderían que sigan enriqueciéndose unos pocos a costa de muchos porque ellos lucharon por dejar una España mejor y más justa. En la que prevaleciera la ley frente al abuso, la indignidad y la codicia. La hemos echado a perder entre todos: los que gobiernan, muchos de ellos incapaces de hacer algo más que predicar pero sin aplicar, orgullosos de su inmerecido estatus, incapaces de bajar la mirada ante la necesidad. Comportándose como tiranos, imponiendo su criterio y despilfarrando a manos llenas de algo que no les pertenece, pero lo manejan a su capricho, cuando no a su propio beneficio. Junto a ellos, los grandes inversores y banqueros que poco o nada les importamos el resto, cuyo afán es acumular millones sin miramientos. Especulando con la desgracia para aumentar sus beneficios. “A río revuelto ganancia de pescadores” Ellos siempre son los pescadores, tras revolver y enturbiar el río.

Hay otro grupo de culpables, incluso más de uno, pero en especial está el de todos aquellos que creímos vivir un sueño. Ese sueño no era otro que, pensar formar parte de una clase media, capaz de vivir creciendo en cultura, bienestar y comodidad. Teniendo siempre de referente cómo vivían los que estaban más altos. Tratamos de imitar cual marionetas, porque eran otros los que movían los hilos que nos sujetaban dirigiendo nuestro sueño. Caímos en la trampa que solo tenía un objetivo, matar esa clase media, aspirantes a la nada.

Los que estaban arriba ahí siguen. Los de abajo siempre estarán en el mismo sitio. Pero ese inmenso grupo que compone la mayoría de la gente de España, que creyó ser clase media, agoniza. Son sus estertores los que cada día podemos escuchar. ¿Qué hacemos? Miramos a otro lado, porque nos asusta pensar que estamos ahí, esperando nos llegue la hora.

Este año hay menos flores frescas en los cementerios, la inmensa clase media no dispone de suficientes recursos para comprarlas. Serán artificiales muchos de los ramos con los que rendiremos el homenaje a nuestros muertos, santos o no. Es quimera pensar que nosotros las tendremos siquiera de esa manera.

España, su clase media, huele a muerta. Yo no quiero celebrarlo.

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