02 junio 2009

CASAL ROCK

Hoy he visto un programa en la TVC, Casal Rock, al parecer seleccionaron por medio de un casting a veinticinco personas componentes de corales con el fin de prepararlos para dar un concierto con ritmo de rock. Hasta ahí la cosa no tiene mayor significado. Pero si os digo que las edades de las personas seleccionadas van desde los setenta a los noventa años, el asunto tiene otro color. ¡Y tanto! Imaginad el grupo, ancianos, sí, pero con marcha con mucha marcha. Con ganas de aprender, de participar, de vivir en una palabra. Me ha encantado verlo. Su aspecto va desde lo más normal, la mayoría, hasta el llamativo de una de las señoras con el pelo azul (a lo Lucia Bosé) o el de un señor que rondaría los ochenta con el pelo largo (blanco por supuesto) sujeto en una cola. Genial me ha parecido la idea, pues no hay competición ni premio de ninguna clase, por supuesto no hay expulsiones. Es como asistir a un cursillo con el colofón final de realizar el concierto y fin del contrato, y ellos mismos han ido por las calles pegando en las paredes los carteles anunciadores. Marc Parrot, el director musical, fantástico en su papel, con una paciencia increíble y una ternura que ya quisieran algunos abuelos que la tuviesen sus nietos. Han recibido clases de gesticulación, porque claro lo de bailar como que no iba mucho con sus articulaciones. Pero hay que ver los gestos y posturas que han logrado realizar. El programa es de esos que llaman docuserie, hacen seguimiento de cada uno de los participantes, además de, los ensayos que han realizado dos veces por semana durante cuatro meses. Una idea estupenda, original y con grandes beneficios para los ancianos que viéndoles no parece que tengan el tropel de años que tienen. Han hecho amistades, se han divertido, han salido de sus rutinas y han llegado a cantar en inglés. Todos han estado encantados y se han emocionado en el último ensayo. Y el que más, Marc Parrot, a pesar de lo que le han hecho sufrir porque no cogían el ritmo, pero lo ha logrado y creo que se ha sentido feliz, por lo menos eso transmitía.
Brindo con mi limoncello por esas personas que nos han demostrado que la tercera edad puede ser la primera para muchas cosas.
No sé, golondrineros, si mi entusiasmo por lo que he visto será sólo por lo visto, o quizá (y es mi temor) que ya me voy acercando a esa edad en la que se acaban los caminos. Pero en fin si estos señores han sabido andar por un camino distinto también podré hacerlo yo. Y por otro lado, confio en que siempre me quede la palabra para andar, correr, volar.....soñar, sea cual sea mi edad.
Buenas noches y sed felices.

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