12 octubre 2010

JUEZ G. BERMÚDEZ, CONDECORADO ¿?

A algunos les huele. Pues sí, eso dicen, y no precisamente a violetas. Aunque puede que así lo crean. Existe la leyenda, en la mitología griega, de que Zeus tenía una amante que se llamaba Io. Su mujer, Hera, se enteró —cosa rara porque siempre son las últimas— y claro está, se puso celosa. Zeus acabó con el problema transformado en vaca a la seductora Io, y la mandó a pastar al prado, textual; y qué iba a hacer la vaca en el prado, pues eso, pastar. Pero como que, comer hierba todos los días podía resultar aburrido, Zeus lo sembró de violetas para compensar a Io. Qué mira tú, las violetas, en griego se llamaban viola. Así lo cuentan algunos.
Lo viola, en efecto, una medalla con distintivo rojo, o lo que es lo mismo. Con un incremento salarial, de por vida, del diez por ciento —según dicen— Viola la independencia, la pone en entredicho, cuando de un juez se trata —según el diccionario de La RAE: “Violar es ajar o deslucir algo”— No sé cuantos jueces puedan tener esa distinción. Pero fueren los que fuesen los motivos, por los que otorgaron dichas distinciones, este u otros gobiernos, violan esa independencia.
Por otro lado, sin restarle mérito en cuanto a su función de juez. Cuántos hay que merecerían ese premio por su dedicación en sus quehaceres, no ya de un tiempo y hecho concreto, de toda una vida. Y, sin embargo, quedan en el más absoluto anonimato.
Este año parece estar de suerte, publicó un libro y le dieron un premio, no sé si poco o muy merecido, pero se lo dieron.
Tampoco hay que obviar, que si bien fue brillante presidiendo el tribunal, no se logró averiguar quién fue el autor, o autores intelectuales del atentado. Es decir, que faltó ese dato para poder cerrar el caso de manera satisfactoria para todos.
En fin, cosas que pasan.
Que sea para bien, pueda disfrutarlo con salud y no le haga perder el norte.
Buenas noches golondrineros, sed felices.

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