17 octubre 2010



GOLONDRINAS VERDES

¿Y eran verdes?

Sí, verdes, de verdad.

¿Eso puede ser?

¿No te lo crees?

Pues cree porque así fue.

Golondrinas verdes me acompañan

al salir el sol cada mañana,

me sobrevuelan durante el día

llenándome de alegría.

Me cobijan durante la noche

llenándola de estrellas,

espantando mis temores,

llenándome de sueños

y de amores.

Golondrinas verdes me acompañan,

en mi deambular por la vida.


Así acaba mi novela “Golondrinas Verdes” . Una historia de las que llaman “de amor y romance”. Y no sé yo si esa clasificación es adecuada.

Porque, si bien lo del amor está claro. Lo del romance no lo es tanto. Puesto que uno puede entender que es una composición poética. Expresar algo de forma clara, darle a la lengua de manera impertinente... Y ya para no hacer interminable las definiciones: “relación amorosa pasajera”.

Por todo ello, es por lo que digo que no acaba de encajar, Golondrinas Verdes, en esa clasificación.

Pero es lo que hay. Así que os cuento de qué va.

La protagonista es Daniella, joven y bonita. Vive en Piano di Sorrento, cerca de Sorrento, en Italia. Su vida transcurre con alegría hasta que las desgracias parecen cebarse en su entorno. Para sobrevivir a ello, Daniella, se encierra en sí misma y trabaja con denuedo en el campo. Buscando en la tierra la fuerza para seguir adelante. Y así es, pero ello no es suficiente. Será la amistad, el amor y las “golondrinas verdes” la combinación perfecta que, logrará que vuelva a vivir feliz.

A mí me gusta, no porque sea creación mía —que también— sino porque tiene una cierta magia. Sí, un encanto especial, al igual que la tierra en la que está ubicada. Llena de historias mitológicas y de sueños con sabor a Limoncello. De ahí me viene mi gusto por el Limoncello.

Os la recomiendo porque os hará soñar...

La he corregido, adecentado un poco, y he añadido la edición en eBook, que es lo que está de moda.

Petrarca le dice: “¡Sueña, Daniella! Nunca dejes de soñar, que eres un velero, navegando por la mar.”

Eso es lo que quiero para todos vosotros: ”Soñad, golondrineros, nunca dejéis de soñar. Porque todos podemos ser veleros, si sabemos navegar por la mar”. Ciao.

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