17 septiembre 2010

CUÉNTAMELO, CAPÍTULO 4

En el capítulo anterior, Serafín, ha pedido a, Olvido, que le busque una mujer para casarse. En el aire queda su petición y su interés por tener un hijo.

CAPÍTULO 4

Ninguna de las voces le pareció adecuada. Llegó el sábado, inició el programa sin decir nada al respecto. Contestó un par de llamadas, con problemas corrientes. Su ayudante le hizo una señal, una llamada preguntando por Secreto, le dijo que le diera entrada.

Hola, soy Olvido, cuéntamelo, ¿cómo te llamas?

Pepa, La Pepa, así me llaman.

Hola, Pepa, dime, ¿qué problema tienes?

Ninguno, llamo por ese que llamó el otro día.

Te refieres al amigo “Secreto”

Sí, a ese, cojonudo, ¿no?

No sé, ¿te lo parece, estás interesada, o quieres comentar algo?

No, no, yo acepto, me caso con él.

Vamos despacio, Pepa. No puedes tomar una decisión tan importante a la ligera. Dime, ¿qué te pareció, Secreto?

Pues, ¿qué me va a parecer? Que está como una chota.

Y, con esa opinión, ¿quieres casarte con él?

Y, ¿por qué no? Tan bueno o tan malo como cualquiera. Por lo menos no va con segundas, habla claro el jodido.

A pesar de las pocas frases a, Olvido, le estaba gustando La Pepa. Le daba la impresión de frescura en la voz, joven, sin prejuicios, atrevida y desvergonzada. Quizás, lo ideal para Secreto. Un contraste muy interesante.

Dime, Pepa, supongo que eres soltera, ¿trabajas?

Sí, lo que puedo, unos días más, otros menos. Soltera estoy, si no, de qué iba a llamar.

Bien, ¿en qué trabajas?

Pues en qué va a ser, de puta de calle, sin chulo, por libre. A mí no me controla nadie.

El equipo entero asintió con la cabeza. Olvido, hizo gestos de calma.

A ver, Pepa. Si tienes ese oficio, vas por libre. Lo de casarte, compartir tu vida con un solo hombre que no conoces, vivir en el campo. ¿Te parece que lo llevarás bien?

Pero, ¿de qué vas, Olvido? Eso no puede ser peor que lo que hago.

Dice que es feo y bajito, ¿tampoco te importa?

Tenías que ver los que me trabajo, feos, guarros, borrachos, de todo.

¿Cuántos años tienes?

Treinta tacos, recién cumplidos y estoy sana. Ya sé que para él, es importante. Porque eso sí, yo me hago revisiones a cada poco y, siempre lo hago con goma, que no quiero enmerdarme. Por eso hay días que trabajo poco, porque los hay que lo quieren a pelo y, por ahí no paso. Está el negocio muy chungo, hay mucha competencia con las extranjeras; esas, cómo sea, pero yo no. Así que, sana estoy.

A Olvido cada vez le gustaba más La Pepa, se preguntaba qué aspecto tendría.

Dime, ¿cómo eres físicamente?

Estoy buena, bastante buena, de cuerpo muy bien y guapa. Tengo el pelo precioso, me lo cuido, ¿sabes? Y tengo toda la dentadura, que las hay que andan sin dientes. Yo, lo que gano, me lo gasto en mi cuerpo serrano, que para eso trabajo con él.

Y, ¿cómo persona?

Buena gente, oye. Las cosas de cara, por eso me gusta el tío ese, porque va de frente.

Bueno, sabes que quiere un hijo varón, ¿qué opinas de eso?

Pues mujer, lo natural, si tiene campo, querrá un chico para que lo maneje. Me parece bien, claro que eso, está por ver. Tampoco es como las flores, que plantas claveles y claveles salen, a saber lo que sale.

Bien, Pepa, dime, ¿lo haces por el dinero?

¡Jo! Mira tú ésta ¿Y, por qué se supone que puedo hacerlo? No soy santa, ni monja. Y por arreglar mi vida.

Bien, comprendo que tu vida no debe ser fácil, pero esto tampoco puede que lo sea.

Oye, no te entiendo, ¿qué problema tienes? ¿Tú tienes idea de cómo es mi vida? ¡Joder! Te lo cuento, tu programa se llama cuéntamelo, ¿no? Pues te lo cuento, si quieres, claro.

Está bien, cuéntamelo.

Me levanto a las cinco de la mañana, trabajo cerca de mercados o de sitios con turno nocturno. Esa es mi principal clientela. Puedes imaginarte cómo son los tipos y, cómo lo quieren. A primeros de mes cobro a quince o a veinte, según lo que pidan. A finales, ya no les llega el dinero, tengo que conformarme con diez, a veces por cinco si el día es malo. Por la tarde, con los abuelos, por los parques. A esos cinco todo el mes, hay días que me hago veinte abuelos. Así saco una media de doscientos al día, los domingos y festivos no trabajo. Pero hago lo posible entre semana para compensar. Tengo una furgoneta-caravana, de las pequeñas, es mi oficina, ¿vas comprendiendo? Gano mucho, porque trabajo mucho, a pesar de cobrar barato. Si quisiera tener un chulo, seguro que cobraría mucho más por servicio y, puede que trabajara menos. Pero no sería libre. No quiero que nadie me mande, ni que vivan de mí. Tengo cabeza, procuro guardar un tanto todos los meses, por si me pongo enferma o, para cuando no pueda trabajar. Porque llega el día que nadie te da un euro. Como y visto bien, tengo un seguro médico de los buenos. No soy tonta, ¿entiendes? Pero esto está cada día más difícil. Si ahora lo hago con un montón, por dinero, hacerlo con uno solo, me va a parecer una bicoca. Feo, dices que es feo, pues ni te cuento lo feos, las babas, los olores y los sabores, ¿o quieres que te lo cuente? Y el miedo, ¿sabes los que es el miedo? Miedo a todo, a enfermedades, a recibir un golpe, a que me roben, a todo absolutamente. Casarme con ese hombre no puede, de ninguna manera, compararse a lo que paso cada día. Dime, Olvido, ¿crees que debo de pensarlo mejor? ¿Qué no es una buena decisión?

Olvido está convencida de que Pepa ha tomado una buena decisión, pero insiste.

Quizás no te adaptes a vivir en el campo, este hombre no parece muy sociable.

Y, a mí, qué coño me importa cómo sea. Si cientos no me han importado, me va a importar uno. Quiere un hijo, pues haremos un hijo, si quiere hacérselo conmigo, pues que se lo haga. Si quiere seguir con sus ovejas, pues allá él. Quiero dejar esta vida, Olvido, estoy harta, asqueada, muy cansada. Y, ¡joder! Que a estas alturas, no me voy a poner a fregar escaleras, después de lo que me he chupado todos estos años. Quiero ser una persona normal, levantarme y acostarme como todo el mundo. Bueno, mira, si lo que pasa es que no te gusto para el tío ese, pues me lo dices y punto. Es porque soy puta, ¿es por eso?

No, Pepa, nada de eso, pero me parece que cuando pase algún tiempo, estarás harta de vivir en el campo y, entonces, ¿qué pasará con, Secreto?

Pues muy sencillo, si me canso o se cansa él, nos divorciamos, así de simple.

No tan simple, Pepa, supongamos que ya tienes el niño. Porque si no hay niño, tú no sacas nada, ese sería el acuerdo. ¿Qué pasaría con el niño?

El crío para él, es eso lo que quiere, pues para él. A mí, que me dé lo que sea y, me largo con viento fresco, sin problemas. La cantidad la acordamos antes de la boda y punto. Sin trampa ni cartón. Tampoco voy a exprimirlo, ni a ir con pleitos. Se acuerda el pago y, cada mochuelo a su nido. Yo no soy de rollos, si la cosa no funciona, pues lo dicho, él lo suyo y yo lo mío. Ese debe ser el acuerdo. Piénsalo y me llamas. Yo ya he dicho todo lo que tenía que decir. Mi número lo tienen ya apuntado, no tienes problema, llámame. Pero, oye, no me tengas en la cuerda floja, conmigo no juegues. Te doy una semana; si pasa la semana, ya ni me llames. No estoy yo para tonterías. Buenas noches.

Pepa ha colgado y, Olvido, se ha quedado con los ojos plenos de asombro. Hay un silencio en el estudio, que se rompe con los acordes del estribillo de una canción de Manolo Escobar:

Ni se compra ni se vende

El cariño verdadero

Ni se compra ni se vende

No hay en el mundo dinero

Para comprar los quereres

Que el cariño verdadero

Que el cariño verdadero

Ni se compra ni se vende

Olvido mira con reprobación a su compañero. Que levanta los hombros.

Queridos amigos, no hablamos hoy aquí de cariño, pero ojalá, esta singular pareja, llegue a sentirlo. Buenas noches y hasta el próximo sábado.

Acto seguido marca el número de Secreto.

CONTINUARÁ...

No hay comentarios: